La pintura más cara jamás vendida en las subastas de arte registrada en la hoja de los anales históricos recientes señala como protagonista de ese récord a Mohamed Ben Salmane, príncipe heredero de Arabia Saudita, quien compró anónimamente la obra denominada «Salvator Mundi» realizada Da Vinci, por 450 millones de dólares.
Cuando escuché esta noticia sobre el precio exorbitante pagado por un trabajo artístico humano fue tan altamente apreciado hasta llegar a desembolsarse tan alta cantidad de millones, me pregunté: ¿Cómo será el valor real de la persona que produjo esa obra de arte? La interrogante para mí sería que, si universalmente creemos que cada ser humano es valioso, ¿por qué no nos valuamos, respetamos y cuidamos a cada uno al vecino al menos como si fuéramos una obra de arte que cuesta al menos 400 millones de dólares? Con otras palabras, ¿quién y cuál es la dignidad de un ser humano?
Haciendo un acercamiento a las respuestas a esta pregunta doble, quisiera exponer algunas ideas sobre lo que se ha dicho en la tradición del pensamiento occidental sobre quién es el hombre y utilizando también la Antropología Trascendental, específicamente los aportes del filósofo Leonardo Polo en recientes años. Efectivamente, el aporte más evidente fue el recogido en 1948 por Naciones Unidas con la redacción de LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS tras el fin del conflicto de la Segunda Guerra Mundial, que se convirtió en la primera afirmación global sobre la dignidad y la igualdad inherentes a todos los miembros de la familia humana.
El profesor Leonardo Polo es un pensador que se enlaza con los clásicos, prolongándolos sin repetirlos. Su propuesta es buscarla contemplando la herencia del pensamiento clásico, griego y medieval, a la luz de la modernidad, es decir, ir más allá de los clásicos desde nuestra situación.
Polo define al ser humano como «un espíritu en el tiempo», quien estaría ocupando un lugar en el Cosmos de forma distinta que los seres que lo conforman ya que el cuerpo humano es la manifestación de la persona humana. La noción de persona surge en teología al tratar sobre la Santísima Trinidad y la Encarnación del Verbo… que luego se aplicó también al hombre… Su antropología trascendental no es una antropología teológica sino filosófica… Muchas de sus obras ratifican esta afirmación. Ver en Revista Stuida Poliana.
Me parece importante que un líder tenga una sana valoración de sí mismo (una autoestima equilibrada) porque está más apto para dirigir o mandar bien una organización. Según Leonardo Polo, dirigir o liderar «es ser capaz de influir y de lograr cambios de conductas en las demás personas. ¿Cómo lograrlo? Con la iniciativa del ser personal, por la libre responsabilidad y el valor agregado en todo: CRECER, perfeccionar sus facultades a través de otros, de tal manera que se llegue a lograr el objetivo y marcar la dirección hacia el futuro. Es ser capaz de interrelacionarnos y lograr ser mejores, comunicarnos bien, entender al otro ser humano como un ser perfectible y no deteriorable… Un directivo no es líder por el solo hecho de ocupar un alto cargo jerárquico en una organización. Un líder auténtico es en la medida de saber dirigir a otras personas y contribuir a la unidad dentro y fuera de la organización».
Propongo entonces buscar construir prestigio personal y profesional como una forma o expresión del valor personal que proyecte a los demás la verdad sobre nuestra dignidad: que somos una obra de arte original e irrepetible para el mundo. Sería una invitación a reinventar y cambiar la marca personal de tal manera que pueda «hablar» o comunicar su valor personal, su intimidad, a través de los diferentes lenguajes, verbal y no verbal, liderándose a sí mismo y a los demás para alcanzar su meta final eterna haciendo más viable su misión única en el cosmos con su condición radical de hijo/hija.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 19 de marzo de 2023