Es aceptado que cuando un grupo de personas talentosas buscan un proyecto, lo ejecutan con pasión y lo realizan con amor, el resultado generalmente es una conquista novedosa lograda con gran trabajo y comunicación de corazón a corazón. Conseguir resultados exitosos va unido con la superación de prejuicios o percepciones erróneas acerca de otras culturas o maneras de ser y hacer.
Esto quedó mostrado de forma palpable y melódica en el concierto transmitido en vivo por primera vez en la cadena de teatros Cinemark, en cuyas instalaciones se llevaron a cabo durante dos días las presentaciones que, desde Buenos Aires, Argentina, realizaron los cantantes ingleses de Coldplay acompañados de Jin, uno de los integrantes del grupo coreano BTS, generando furor entre quienes estábamos presentes, indistintamente de las edades u orígenes. (Hubo transmisión en vivo en una de las fechas).
Es tan inusual el éxito de la creación de música en conjunto de las bandas Coldplay y BTS que se ha realizado un documental en Netflix sobre cómo se llevó a cabo la producción del sencillo «Mi Universo», en cuya colaboración participaron ambos equipos de músicos representativos de valores de la cultura occidental y la asiática.
¿Cómo llegaron a construir una canción con tanta aceptación global unos artistas que aparentemente no tenían mucho en común ni hablaban el mismo idioma? De hecho, el dirigente de Coldplay en las entrevistas y en las presentaciones explica que al principio tuvo reparos por ser tan jóvenes con los músicos coreanos por miedo a lo desconocido, pero que pudo superarlo porque pudieron abrirse a descubrir lo que tenían en común.
Creo que estos músicos compartían su amor por valores humanos como la música, la belleza de la naturaleza o universo y por la amistad. Especialmente para los cristianos, el universo aparece fascinante desde la revelación judeocristiana, pero en el camino hemos dejado de apreciarla y respetarla, consecuentemente viendo ahora su deterioro.
En Programa del curso de Formación Superior en la Filosofía de Leonardo Polo, un pensador moderno que retoma los hallazgos desde Aristóteles hasta nuestro tiempo para aportar sobre cómo conocer la realidad de las cosas, en especial la Antropología Trascendental, me parece sorprendente su planteamiento novedoso denominado el método de «la superación del límite mental». El Dr. Polo se pregunta: «¿El hombre (ser humano) es el universo? No. ¿El hombre pertenece al universo? No. La interpretación de la antropología como filosofía segunda en rigor es la consideración del hombre como un ser intracósmico, que pertenece al universo; esa es una convicción griega, y en ella está la línea de sutura entre la filosofía cristiana y la filosofía griega. La filosofía cristiana puede asumir la filosofía griega, pero lo que no puede asumir, o le es muy difícil de aceptar, es que el hombre sea un ser que se explique como perteneciente al universo… En el caso del hombre, aun considerado como sustancia natural, la perfección es intrínseca, es decir, el hombre es una sustancia natural capaz de autoperfección. Si la sustancia natural humana es capaz de autoperfección, entonces esa capacidad de autoperfeccionarse… Y esa redundancia sobre sí misma es justamente lo que se suele llamar hábito; el hábito es la perfección de la naturaleza humana… Al desplegar el hombre su operatividad natural entonces adquiere hábitos: los hábitos intelectuales, o bien los hábitos de la voluntad, que son las llamadas virtudes morales, y también incluso las tenencias categoriales. Una naturaleza que es capaz de autoperfección, una naturaleza que no tiene su fin fuera de ella misma, por decirlo así, sino que se dota ella misma de su propia perfección, esa naturaleza no es del universo, sino superior al universo…»
El éxito de los músicos ingleses y coreanos parece que va más allá de la búsqueda de fama, dinero o triunfos. Está relacionado con buscar y coincidir en certezas universales que llenan los más profundos anhelos del corazón humano: la necesidad de encontrar la verdad, la belleza, el bien y el amor real, que arroje luz sobre el sentido de la vida para lograr la felicidad y la mejor versión de sí mismos.
El fenómeno musical de BTS y Coldplay muestra que el planteamiento de Leonardo Polo sobre la capacidad de perfeccionarse y crecer a través de realizar el trabajo bien hecho, con orden, donde se tiene claro su finalidad sobre el amor, puede unir (la música en este caso). Lanza luz para responder a la pregunta sobre cómo crear puentes entre personas, familias, países y grupos en contienda, buscando más lo que nos articula que lo que nos separa en orden a construir paz y armonía.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 13 de noviembre 2022