De acuerdo con expertos que describen el perfil del líder que las organizaciones necesitan hoy, existe bastante consenso en los elementos indispensables que han de desarrollar quienes mandan. Entre mis favoritos investigadores está Leonardo Polo, un filósofo que señala algunas competencias principales: la comunicación, la estructura y la confianza. (Tesis de graduación: «Características del directivo desde la perspectiva antropológica – ética de Leonardo Polo«, Lazo Cossi M., Letona P. M., Ocaña V. O., 2021. U. de Piura, Perú).
Mi experiencia de 20 años en asesorar equipos talentosos en empresas en el área de desarrollo de branding personal y corporativo (imagen) me ha llevado a conocer dirigentes de distintos ámbitos (político, social, empresarial y gremial) que cultivan su prestigio a través de vivir la excelencia como ideal de vida, que incluye sinceramente ofrecer amistad en sus relaciones interpersonales (sin discriminar a nadie), que les permite organizar estructuras humanas movidos por una concepción de mandar como una oportunidad de servir a los demás.
¿Qué es mandar una organización?
Para Leonardo Polo, dirigir (liderar) «es ser capaz de influir y de lograr cambios de conductas en las demás personas. ¿Cómo lograrlo? Con la iniciativa del ser personal, por la libre responsabilidad y el valor agregado en todo: CRECER, perfeccionar sus facultades a través de otros, de tal manera que se llegue a lograr el objetivo y marcar la dirección hacia el futuro. Es ser capaz de interrelacionarnos y lograr ser mejores, comunicarnos bien, entender al otro ser humano como un ser perfectible y no deteriorable… Un directivo no es líder por el solo hecho de ocupar un alto cargo jerárquico en una organización. Un líder auténtico es en la medida de saber dirigir a otras personas y contribuir a la unidad dentro y fuera de la organización».
Ahora es muy común que las personas deseen dejar un legado con su emprendimiento y sus acciones.
¿Cómo se hace?
Cambiando el enfoque del trabajo hacia una «visión relacional de la propia profesión que lleve a cada aspirante a líder a la capacidad de elevar la mirada para descubrir que el trabajo que se hace diariamente va más allá de la producción de servicios o bienes, del rendimiento y la eficacia, de la mera autorrealización. Al final, consiste en generar bienes relacionales, que se producen y se gozan siempre con otros, incluso en aquellas profesiones que no están orientadas directamente a la persona. Es claramente interactivo vender en el puesto del mercado, formar a los alumnos de formación profesional, visitar pisos con los clientes o defender a un acusado ante el juez. Pero también es relacional, aunque no de forma tan aparente, el trabajo en un centro logístico, una cadena de montaje o un laboratorio de bioquímica. Incluso la actividad de la persona que teletrabaja desde casa o estudia para unas oposiciones, sin aparentemente interaccionar con nadie…».
Me parece que cuando un líder con prestigio está convencido de que sirve a la sociedad al ejercer el mando desde una posición de poder y autoridad, esto le permite mantenerse motivado a contribuir a edificar un proyecto común en beneficio de todos. Un líder que ha logrado construir prestigio personal por trabajar bien no es solo la persona que ejerce un determinado rol en un equipo. Este líder de prestigio quiere mejorar el mundo… es alguien que enseguida se da cuenta de que no hay que quejarse ni culpar a otros por los males de su sociedad, sino que puede empezar a influir positivamente por lo que tiene más cerca: su entorno…
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 2 de septiembre de 2022