El proceso de la aplicación WAZE para encontrar la ruta con menos tráfico en una ciudad es sencillo: la app que se baja gratis al teléfono pide información sobre dónde estamos parados (ubicación inicial) y luego pide introducción de datos sobre hacia qué lugar se quiere llegar (destino final). A continuación, WAZE muestra uno o varios caminos para manejar el automóvil (o caminando) que nos llevarán rápido evitando embotellamiento de automóviles (por horas pico), señalando posibles obstáculos por construcciones, paradas de policías, choques, etcétera, y dando alternativas de cambio de ruta a medio del camino, realizando reinicio de la ruta (reset).
Haciendo una similitud con los consejos de una amiga psicóloga, les comentaba en el artículo pasado una analogía con los pasos de la aplicación «WAZE» para alcanzar nuestros sueños, proponiendo adquirir un «Liderazgo WAZE» desarrollando las habilidades blandas (sociales y de comunicación) que se requieren ahora para dirigir equipos talentosos en la «nueva normalidad» tras la crisis sanitaria y la transformación digital.
Entre las habilidades blandas útiles para cambiar de forma ágil y alcanzar las metas o destino finales, ya definidas con anterioridad (como si fuera la aplicación WAZE), sugiero crecer en la capacidad de comunicar con lenguaje no verbal la autoridad propia del líder confiable.
Para reinventar una imagen personal positiva de líder confiable (propia del liderazgo WAZE), se ha de tener claro cuál es la huella positiva que queremos dejar como legado. Esto se logra a través de aprender a proyectar una marca personal de prestigio entre los miembros del equipo o empresa que se dirige, a la que llamaremos tener una imagen con presencia ejecutiva. «No se trata de una positividad falsa ni requiere que los líderes acepten la mediocridad o que tengan temperamentos naturalmente optimistas. Más bien, la atención se centra en conjugar las fortalezas de las personas y ayudarlas a encontrar sentido en su trabajo…» Investigaciones del IESE, España.
Propongo 4 etapas para construir una imagen con presencia ejecutiva, que respetan la autenticidad o el ADN individual que no cambia en nosotros:
1. Determinar cómo es la actual marca personal (punto de partida).
Hacer un recorrido al fondo del corazón para conocernos mejor. Se puede lograr reflexionando qué pasa en el día a día en los encuentros presenciales con colegas, colaboradores o pares en el trabajo (el mundo offline). Algunas preguntas que ayudan: ¿cuál es la huella que dejo en la gente después de que han estado conmigo? En el mundo online, ¿qué información han publicado sobre mí? ¿Hemos visto qué dice Google? ¿Hay imágenes, videos, audios o textos con mi nombre? ¿Cuál es el tono o estilo que empleo yo en las redes sociales? ¿Qué valores transmito con los contenidos que coloco en internet? ¿Qué dice la gente de mí cuando no estoy presente?
2. Definir la marca o superpoder. Encajar fortalezas con expectativas profesionales (alternativa de ruta).
Definir cuáles son los puntos fuertes de tus conocimientos actuales, tus actitudes y tus aptitudes. Una vez identificados, analizar si estos puntos fuertes son interesantes para el mercado profesional al que se quiere dirigir o regresar a reconquistar. Luego se marcarán los objetivos de a dónde quiere llegar y cómo quiere hacerlo, teniendo como punto de partida quién se es y dónde está. Y, finalmente, definir la marca personal en la que encajen fortalezas propias junto con las expectativas profesionales y corporativas.
3. Alinear la marca personal construyendo coherencia (o unidad) entre el mundo online y offline (alternativa de ruta).
Ser coherente en todo momento y lugar. Es decir, verificar si hay unidad entre lo que comunica en el día a día y lo que comunica en las redes sociales. No es conveniente ni posible separar el personal del yo profesional, por tanto, la imagen de su ámbito personal y profesional van de la mano.
4. Descubrir la esencia original e irrepetible individual para establecer la marca personal (destino final).
El viaje al interior nuestro (punto de partida del punto 3) permite reconocer los talentos y el valor personal (objetivo de la marca personal). Este autoconocimiento será el detonante para automotivarse a construir la mejor versión de sí mismos, cuyo esfuerzo ha de ir acompañado de una manifestación auténtica en la imagen que se comunica. Teniendo en cuenta y definido el objetivo de marca personal, se podrá valorar qué aporta cada comentario que pronuncia «cara a cara» (físicamente), y los publica en las redes sociales. Se podrá analizar mejor si las imágenes, textos o videos que se tiene en sus perfiles son coherentes con lo que se quiere proyectar, o si fortalecen o debilitan su marca personal.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 17 de abril de 2022