Detengámonos a pensar en los jefes o socios con que nos hemos relacionado: ¿Quién ha dejado mejor impresión y mayor huella? ¿Quién ha sido la más especial?
La historia humana está cuajada de famosos emperadores, reyes y líderes guerreros que han sorprendido por su capacidad de decidir actuar con clemencia ante sus rivales en vez de masacrarlos; o por perdonar a sus enemigos encarnados. También hemos tenido noticias sobre la actuación compasiva de grandes atletas, dirigentes políticos o empresariales hacia sus competidores o contrincantes, tratándoles con respeto y dignidad cuando ganan.
Una anécdota verdadera me viene a la mente sobre decisiones impactantes fundamentadas en un liderazgo compasivo. Se trató de la disposición de un alto directivo de un importante grupo de negocios de la región, quien, siendo vicepresidente ejecutivo de tres empresas, tenía que abordar el daño ocasionado por el abuso de autoridad y prepotencia de un gerente, quien venía actuando mal hasta que el vaso rebalsó en una noche de tragos, en que él perdió lo poco de prestigio que le quedaba al realizar bullying a su gente frente a clientes y personalidades. Toda la organización esperaba que este personaje, quien era buen padre de familia, esposo abnegado y honrado en la gestión de su división, fuera despedido por su comportamiento inapropiado, abusivo, presumido y dictatorial… Pero el sabio y compasivo vicepresidente ejecutivo decidió contra todo pronóstico hablar con el irrespetuoso gerente y darle una segunda oportunidad… El shock que sobrevino en la organización tras el epílogo contrario al esperado hizo recapacitar a los colaboradores sobre cuáles valores imperaban hasta ese momento en el corazón de cada uno de ellos: el de ser jueces implacables, estrictos, rígidos con dura cerviz ante el error ajeno.
¿Cómo se puede explicar este desenlace? ¿Por qué se debería practicar un liderazgo compasivo?
«Sentir compasión es conectar con una persona y ayudarle: si necesita un favor (dinero, por ejemplo), se le da, pero lo importante es ayudarle a superar la situación. O, si no puede superarla, a hacerle frente para que pueda aprender a sacar experiencia de esa situación y crecer como persona. El que siente compasión no juzga, sino que se vuelca a ayudar al que lo necesita en todo lo que necesita, es decir, a ser como un pilar en el que el otro pueda apoyarse».
«En la empresa es frecuente encontrarse con una persona que tiene un problema o dificultad, y ante ella podemos manifestar nuestra pena por lo que le pasa o nuestra compasión para ayudarle a superar su situación. ¿Nos enfrentamos al problema o a la solución? Lo primero es decirle que lo sentimos. Lo segundo, ver qué podemos hacer para ayudarle a sacar provecho de ese problema. Y esto será algo importante para los directivos de esa empresa, si quieren ser verdaderos líderes, también cuando enseñan a sus empleados a hacer frente a sus problemas». (ANTONIO ARGANDOÑA, profesor de Ética y titular de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE, España).
El líder que recibió clemencia por parte de quien ejercía autoridad acompañada de un gran poder tuvo una transformación de tal profundidad a raíz del suceso, que realmente demostró un cambio radical positivo tanto con su familia como con las personas bajo su mando. El liderazgo compasivo de la máxima autoridad transformó la cultura corporativa hacia una más humana, y, por lo tanto, más productiva porque aumentó el compromiso de los empleados con la organización, mejorando los índices de lealtad.
Consecuentemente, bajando el riesgo de caer en el 85 % de desmotivados que a nivel global se sienten los empleados de las empresas, lo que los lleva a actitudes y comportamiento de «no comprometidos y desvinculados». (A nivel mundial, solo el 15 % de los trabajadores entran en la categoría de «comprometidos», según encuesta de Gallup How to Improve Employee Engagement in the Workplace).
El liderazgo compasivo (amable, positivo y de no juicio) puede ayudar a las organizaciones a levantar la moral de los empleados.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 24 de abril de 2022