El aparecimiento de diferentes formas de negocios durante el encierro, y luego con la apertura económica por la pandemia, dejó bien claro que los clientes cambiaron la forma en que desean comprar, recibir y consumir los productos y servicios. En la nueva economía, ya no es posible decirles a los clientes: «no se puede de esa forma». Efectivamente, la transformación constante se vuelve una absoluta prioridad ante las amenazas de cambio constante y la volatilidad del entorno.
Recuerdo, por ejemplo, mi experiencia con la banca nacional durante la época de marzo del año pasado, en que nos quedamos varados con mi esposo en Florida (EUA), debido a la interrupción del tráfico aéreo. Los bancos no tenían afinadas las aplicaciones digitales, ni permitían muchas operaciones que ahora son normales. Puedo dar testimonio de cómo en cuatro meses me reeduqué en pagos y compras en paralelo con las instituciones financieras, quienes también aceleraron la metamorfosis de todos sus servicios hacia el mundo digital.
Todos vivimos las tendencias competitivas del comercio internacional, «orientadas cada vez más a navegar en entornos complejos, inciertos, y volátiles», las cuales dieron un giro radical de paradigma en el desarrollo de capacidades y dinámicas organizacionales sustentables ágiles, que ahora es la novedosa filosofía de dirección y gestión.
Vemos «un liderazgo comprometido en desplegar una cultura organizacional con foco en la transparencia y el bien común; la generación de redes grupales y organizacionales de cooperación, y el permitir espacios de aprendizaje con base en la prueba y el error» (Profesor Julio Sánchez Loppacher).
Para fortalecer la inclusión y diversidad en las empresas es aconsejable instalar la filosofía «AGILE» en la gestión de la empresa, la cual permite enamorar a la gente más comprometida. «La metodología Agile en RR. HH. es una forma de trabajo en la que los empleados y los resultados están por encima de las jerarquías y de la burocracia. Se trata de lograr más resultados con menos costes y apostando siempre por la implicación de los trabajadores».
La manera de ejercer la autoridad del líder «agile» (alguien resuelto y rápido) calza muy bien con el liderazgo femenino, pues ellas se sienten cómodas ejerciendo un estilo de vida diverso, multitareas, multienfoque, flexible, personal, muy humano. No es extraño que las mujeres hayan podido transformase durante y después del encierro, para sobrevivir en sus negocios y en la familia. Otra cosa es que hayan quedado agotadas, lo que dio paso el alarmante fenómeno de que en la apertura económica se salieran del ámbito laboral 1 de cada 4 mujeres, por sentir demasiada presión. (Estudio de OIE).
Se ha de ofrecer en las organizaciones una propuesta de valor con líneas de actuación orientadas a la armonía y a la flexibilidad, como un factor crítico de atracción y retención de las mujeres, ya que ellas; según los expertos, tienden a contemplar el propio trabajo no como una meta, sino como un medio para alcanzar un propósito con sentido relevante.
El Dr. Guido Stein, experto en Dirección de Personas del IESE, Escuela de Negocios en Barcelona, España, da las claves para una actitud de «Líder Agile», para lograr mantenerse ágil en el servicio a las necesidades de clientes y empleados:
• Individuos e interacciones vs. procesos y herramientas.
• Software funcionando vs. documentación técnica.
• Colaboración con el cliente vs. negociación contractual.
• Respuesta ante el cambio vs. seguir un plan.
Y además el Dr. Guido señala 3 características de las organizaciones «Agile»:
1. Forman equipos pequeños y autónomos.
2. Ponen el Foco en el cliente y en la adaptación al entorno.
3. Construyen una Red de Equipos de Alto Rendimiento.
Columna de opinión, La Prensa Gráfica, 21 de marzo de 2021