Es momento de pensar cómo hacer las cosas de otro modo

Desde que volvimos a abrir las puertas de nuestras casas y negocios, tras el encierro ocasionado por la crisis sanitaria global por covid-19, supimos que ya no seríamos los mismos. Ni el mundo al que volvimos lo era tampoco. Esto significa que no hay más remedio que hacer las cosas de otro modo para adaptarnos a la «nueva normalidad».

Tras la apertura económica los más afectados son los que ya eran pobres antes de la pandemia. Esto debería animarnos a ser sal y luz unos de otros, para dar esperanza a través de un cambio de comportamiento más que de discurso, donde las palabras «cristiano», «libertad», «solidaridad», no sean latas vacías que hacen ruido. Todos somos vulnerables, necesitados. No existe la autosuficiencia total, es más digno vivir en sociedad que aislado. Tan noble es dar ayuda a quien la requiera, como también lo es recibirla con alegría y agradecimiento, sabiendo que pedir apoyo y dejarse ayudar es señal de madurez.

La vida parece tan complicada algunas veces, pero al final, cuando se orientan las acciones sobre la base de valores universales tales como la solidaridad, la amistad, la capacidad de perdón y colaboración en vez de prejuicios, se pueden tomar mejores decisiones para beneficiar naciones y personas.

Hagamos que el amor solidario sea la nueva epidemia y contagiemos al vecino. Cambiar por contagio «sucede como con las infecciones reales, el foco es un pequeño grupo de personas (una minoría creativa), a partir del cual una nueva forma de hacer las cosas empieza a propagarse por toda la organización o por la sociedad. Si estamos intentando efectuar un proceso de transformación en una organización, no se necesita partir de un número estratosféricamente alto de comportamientos, basta un pequeño conjunto de ellos que se consideren innegociables… En cuanto a la influencia de las personas a partir de las cuales empezará el contagio, no tiene que ver con las jerarquías, sino con la relación de igual a igual, la influencia de los que son como nosotros… Y las redes por las que la infección se dispersará no son las institucionales, sino las informales. La combinación de una pequeña serie de comportamientos muy bien definida, un grupo relativamente pequeño de individuos altamente conectados e influyentes, y la presencia de una red social forma la base del cambio viral». ANTONIO SASTRE. Claves antropológicas del cambio en las organizaciones.

Los pobres no pueden esperar a que seamos ricos, lleguemos al poder, tengamos tiempo o no haya corrupción. Quieren ayuda hoy para cumplir sus sueños. Quieren dar lo mejor de sí, por eso esperan de nosotros capacitación y formación para autoayudarse. La mejor revolución es hacer de forma extraordinaria el trabajo ordinario. Nuestra mayor riqueza es la iniciativa («rebusca»). Salgamos a cambiar las cosas con amor solidario y trabajando con corazón recto. Si nos unimos bajo la bandera de la corresponsabilidad las mujeres con los hombres, con la ciudadanía, la empresa privada, las comunidades y los gobiernos locales y los tres poderes, cada uno en su entorno, lograremos pensar cómo hacer las cosas de otro modo. Es importante dejar de lado la tentación y las ganas de «figurar» o de querer salir en «la foto importante».

Es cumplir como padres, cónyuges, hermanos e hijos; trabajadores, empresarios y funcionarios. Sin esperar a mañana, hoy podemos guiar e informar a un joven para formalizarse; o conseguirle financiación, o que un emprendedor sepa comercializar sus productos mejor; o podemos llevar el currículo del desempleado a quien sabemos necesita un trabajador, respetar las leyes, enseñar a leer; etcétera.

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 21 de febrero de 2021

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