Quiero compartir algunas ideas y datos para que las mujeres guerreras, en proceso de resurgir para encajar en la «nueva normalidad», puedan navegar en los universos del trabajo y del hogar surgidos tras la apertura económica.
La primera cavilación es que ambos mundos jamás volverán a ser los mismos, porque han sufrido un proceso de transformación sin precedentes, con sus luces y sombras. Quiero realizar esta reflexión en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer desde una «perspectiva divergente», con un enfoque original o «fuera de la caja».
La mayoría de la gente tiene mucha incertidumbre porque se han disparado los casos de coronavirus: ¿Cuándo volverán las clases presenciales en la escuela? ¿Cambiarán las empresas a un sistema híbrido, combinando jornadas de teletrabajo y presenciales? ¿Hasta cuándo seguiremos sufriendo el impacto de las medidas sanitarias? ¿Es importante recibir la vacuna? ¿Cómo se construyen mejores relaciones interpersonales en las formas digitales de comunicación, ya sea con la pareja o en el ámbito personal, familiar o laboral? ¿Cómo ejercer un mejor liderazgo a distancia, en época de crisis global y con escaso contacto personal? ¿Cómo se cuida actualmente la salud mental de los seres queridos, el planeta y los colaboradores?
La segunda reflexión es que el año 2021 lo empezamos con ventaja, porque aprendimos aceleradamente gran cantidad de cosas después de que, de un día para otro, nos encerraron para llevar a cabo y sin preparación ni herramientas adecuadas el trabajo profesional, la escuela y las tareas del hogar. Según los expertos, en esta situación las más afectadas fueron las mujeres, porque fueron las que asumieron las ocupaciones escolares de los hijos, además de continuar con su empleo o emprendimiento y el cuidado de las labores domésticas.
El tercer punto es que «también se notó una fuerte participación de los hombres en el ejercicio de las cuestiones propias de la casa, con lo cual se sumó una importante ventaja: cada vez se ve claro que la familia se saca adelante entre los dos géneros» (Dra. Patricia Debejuh, en reciente estudio con 5 escuelas de negocios latinoamericanas, Escuela de Negocios de la Universidad Austral, IAE, Buenos Aires).
La cuarta reflexión es que tras la pandemia, varones y mujeres, experimentaron la importancia de los quehaceres de cuidado de niños, ancianos, enfermos, personas con minusvalías… Además, la necesidad de la corresponsabilidad y de la colaboración para alcanzar el bienestar de la familia en su salud mental, física, intelectual. Que todos tengan descanso, oportunidades de educación, espacios de entretenimiento y crecimiento cultural, reentrenamiento, conseguir un trabajo digno y formación para la empleabilidad.
Parece que coincido con la OEA-CIM, según se lee en las conclusiones de un estudio recién publicado: «Los Estados de la región tienen dos opciones en materia de cuidados: abordarlos de manera periférica, secundaria y para que sigan siendo resueltos en seno familiar, o considerarlos como inversión al crecimiento económico y como parte integral de las políticas públicas y de las medidas de recuperación, y así obtener el retorno económico asociado a estas decisiones«. Ver: OEA: CIM: Mujeres, COVID-19 e Igualdad de Género.
Se rompió el mito de que en casa la gente no trabaja ni cumple horarios, ya que los mismos líderes se vieron obligados a desempeñarse bien estando encerrados. La «nueva normalidad» (como el teletrabajo) no es para cualquier empleo, ni para todas las personalidades. Por eso sugiero unirnos en los retos que ayuden a las mujeres: siendo solidarios con ellas y con la Madre Naturaleza, revalorando las tareas de servicio y cuidado en la sociedad, la familia y trabajo; construyendo una cultura de corresponsabilidad entre hombres y mujeres en el hogar y la empresa. Felicito a las mujeres guerreras. Nunca he conocido una que no lo sea.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 7 de marzo de 2021