Se espera que las empresas sean auténticos seres humanos solidarios que invierten en sus colaboradores.
La frase completa que acuñó un joven adolescente. Vivió su vida con intensidad y será próximamente llevado a los altares, tras comprobarse su vida llena de iniciativas solidarias con los más necesitados. Incluso fue un maestro de internet y un yotuber dedicado a dar a conocer el valor del amor cristiano.
Se llamaba Carlo Acutis, italiano, y falleció a los 15 años en 2006 de leucemia fulminante. Una de sus frases más representativas es: “Todos nacemos originales, muchos mueren como fotocopias», que me resuena como una invitación a encontrar cuál es nuestro “superpoder” o habilidad especial para servir a los demás.
La historia de Carlo Acutis me sorprende porque muestra que hoy como nunca se puede impactar positivamente el entorno siendo original y coherente con los propios valores. Pienso que, en estos tiempos de crisis e incertidumbre, la comunicación interna de las organizaciones es más relevante para dar a conocer que se cuenta con “empleados comprometidos, empresas eficaces”, porque viven los valores solidarios en el entorno en que hacen negocios.
Efectivamente, esta tendencia solidaria individual ya llegó a la cumbre empresarial en agosto del pasado año, “en que el Business Roundtable, la élite liberal por excelencia que integra a casi 200 CEO norteamericanos, afirmó que el propósito de una empresa ya no es solo atender los intereses de los accionistas, shareholders (como dijo Milton Friedman hace 50 años en el periódico The New York Times), sino dar valor a todos sus grupos de interés, stakeholders…”. Ahora se espera que las empresas sean auténticos seres humanos solidarios que invierten en sus colaboradores, protegen el medio ambiente, tratan de manera justa a sus proveedores y dejan una huella social positiva en sus comunidades.
Es por eso necesario implementar en las organizaciones “valores como el propósito y la reputación corporativa, porque estos se han convertido actualmente en el auténtico patrimonio que asegura la sostenibilidad del sistema. En este contexto, las compañías necesitan cultivar su reputación para no verse deslegitimadas en este nuevo orden social. Podemos decir que crecer en reputación pasa por entender tres cosas:
1) la reputación es una licencia social que concede el contexto en el que operas, necesitas inteligencia social para entender el ecosistema, atender sus demandas y corregir tus prioridades;
2) la reputación se fundamenta en el buen hacer a largo plazo, la coherencia entre el propósito corporativo y el rendimiento eficiente y sostenible, que hace crecer la diferencia entre el valor de mercado y el valor real de la organización; y
3) la reputación no está en la empresa sino en las percepciones de todos los grupos de interés: empleados, clientes, proveedores, accionistas, comunidades locales” (Santiago Fernández Gubieda).
El papa Francisco ha puesto a Carlo como un ejemplo del uso saludable de los medios de comunicación para realizar la tarea de humanizar el mundo, a través del amor a Cristo. Por algo a Carlo les gustaba decir: “La tristeza es la mirada dirigida hacia uno mismo, la felicidad es la mirada dirigida hacia Dios”.
Una sola persona en una corta vida pudo impactar al entregar amor a su alrededor. También los individuos que trabajan en las empresas privadas han de buscar construir una reputación coherente, que lleve a la gente a “verificar el propósito corporativo, porque cuidan las relaciones con todos los grupos de interés y legitimar a la organización poniéndola al servicio de la sociedad. Con este nuevo reenfoque del debate, larga vida al beneficio económico, social y sostenible”.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 4 de octubre de 2020