Está claro que todos queremos vivir felices, al lado de los que amamos. Ante este deseo universal, y en el marco de los tiempos difíciles en que nos encontramos, me parece transcendental buscar una autopista para llegar al bienestar como primer paso hacia la felicidad.
El famoso pensador español Julián Marías enseñaba que un espíritu universal es positivo, empoderado con un talante positivo que tiende a ver lo bueno y a subrayar el aspecto valioso de lo real. Se contrapone a lo que podríamos llamar negativismo, que busca, casi siempre con afán, el lado peor de las cosas, lo que les falta, lo que disminuye su realidad, las manchas que las afean. El espíritu positivo sufre cuando tropieza con todo lo que no va bien, sin dejar de verlo. Tal vez es más verdaderamente sensible a ello, porque se alimenta de la realidad, necesita la verdad, deriva su alegría de ella, se complace al hallarla.
El espíritu positivo tiene sentido común y de lo real. Es amigo de la verdad, no puede vivir sin ella. Esto le permite ver lo que falta, las desviaciones y los vacíos, que no trata de esconder y le duelen y los señala, pero presenta las posibles soluciones. La pobreza, la tragedia y lo que falta por hacer no le impide ver lo positivo y bueno de la mayor parte. El espíritu positivo ve como un don a las personas por eso sonríe agradecido la presencia del otro.
«Siempre hay motivo, si el corazón está bien dispuesto, para traer la alegría a los labios, sobre todo si se quiere hacer felices a los demás. Esta actitud no debe ser consecuencia de una calculada estrategia, sino del convencimiento de que los otros se merecen lo mejor. La vida, todos lo sabemos, está sembrada de pequeñas penas y sufrimientos, de ahí que intentemos aliviar con nuestra presencia tanto dolor escondido. Unos ojos alegres acompañados por una mirada sincera levantan el ánimo del que los contempla, de esto todos tenemos experiencia. Sonreír con la mirada, sonreír con los labios, debería ser nuestra forma habitual de presentarnos a los demás. Hay personas que habitualmente no encuentran un motivo para sentirse agradecidas con la vida, y a otras, en cambio, cualquier motivo les alegra el corazón». (Miguel Ángel Martí).
En la actualidad la ciencia de la felicidad depende del sentido que se le dé a nuestra vida. Entre los consejos que da la Dra. Marian Rojas Estape para darle sentido a la vida y alcanzar un bienestar integral están: el ejercicio físico, practicar los pensamientos positivos y eliminar los negativos; saber manejar a las personas tóxicas del entorno, acercándose a las personas vitamina; aprender a manejar las emociones; y practicando técnicas de meditación, oración o mindfulness.
El famoso escritor Chesterton animaba a buscar el sentido de la vida a través de despertar del letargo de la capacidad de asombro, capacitándose para poder percibir lo que las cosas son y significan. Este periodista inglés le echa la culpa a la arrogancia y, a su hermana gemela, la desesperación, como origen del pesimismo que vivimos ahora…
El guapo y joven «millennial» italiano Carlo Cutis, recién nombrado beato (y de quien me inspiré con el tema de la columna), nos indica la ruta exprés para salir del cinismo y alcanzar gozo verdadero y el bienestar permanente: «La Eucaristía es mi autopista para el cielo».
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 11 de octubre de 2020