La toma de decisiones y aprendizaje es otra habilidad esencial.
Continuamos con las habilidades y actitudes necesarias si queremos ejercer un liderazgo valiente en tiempos de incertidumbre, permitiendo tomar decisiones estratégicas o aprender de los errores, según Miguel Ariño.
La toma de decisiones y aprendizaje es otra habilidad esencial, ya que tenemos una propiedad que nos distingue de los demás seres del universo: podemos pensar y razonar. Al ejecutar una decisión podemos cometer errores, de los cuales aprendemos. Pero de allí a afirmar que para aprender mucho hay que equivocarse mucho, hay un gran trecho… Para conocer si una estrategia es valiosa, un líder no necesita ponerla en práctica para saber si va a funcionar.
«Esto sería muy costoso y conduciría a numerosos fracasos. Primero hay que razonar para calibrar sus posibilidades de éxito. Una vez pensada que es bueno llevarla a cabo, la ponemos en práctica, y comprobamos si efectivamente está funcionando o hay alguna variable a la que no habíamos prestado atención y la está haciendo fracasar. En cualquiera de los dos casos, esté teniendo éxito nuestra estrategia o esté fracasando, aprendemos. Del fracaso aprendemos viendo porqué ha ido mal y de los éxitos debemos aprender si las cosas han ido bien por las razones que pensábamos, o por otras razones. Puede ser que haya habido suerte. Puede ser que la estrategia haya funcionado, pero por razones distintas a las que inicialmente pensábamos que iban a funcionar. De todo debemos aprender…Nunca hay que cometer la insensatez de achacar a una buena visión estratégica lo que simplemente ha sido cuestión de suerte. La suerte no la podemos controlar. Si la pudiésemos controlar ya no sería suerte. Sería bien hacer».
Otra habilidad es permitir salvar cara a los demás. Cuando un grupo dentro de una organización, o país o dentro de una familia empresarial tiene mayoría absoluta para gobernar como quiera el rumbo de su organización, puede caer en la tentación de excluir a los demás en nombre de la gobernabilidad. Según el profesor Ariño, cuando un dirigente tiene la ventaja del poder que dan los votos para tener mayoría en las decisiones, «debe tener unos asuntos, pocos, que debe defender a capa y espada y utilizar para ello la mayoría que posee. Pero estos asuntos deben ser solo los que considera críticos de sus principios o del programa de gobierno. Para el resto de las cosas, la mayoría, debe atender a las opiniones del resto de la ciudadanía o líderes de la empresas; hacer concesiones, dejarles respirar. Ceder». Dejar salvar cara, agregaría de mi parte.
Con este modo de actuar, un dirigente puede seguir siendo fiel a sus principios y estará gobernando teniendo en cuenta los intereses de todos y no solo los suyos. La gente verá que es un líder flexible y dialogante y lo respetará. «Si por el contrario se aprovecha del poder que tiene en un momento dado para no dejar respirar a los que no piensan como ellos, entonces lo va a tener muy difícil en el futuro para que lo reelijan o lo promuevan. ¡Qué mal se administran los dictadores! ¡Qué oportunidades perdidas de gobernar para todos! Y no estoy hablando de líderes de ningún país o empresa, sino de todos los que así actúan»…
Columna de opinión, La Prensa Gráfica, 5 de abril de 2020