No hay que olvidar que tomar decisiones afectará los resultados a corto y largo plazo de la organización y la calidad de vida de muchas personas.
Aún en estas circunstancias de incertidumbre ocasionada por la pandemia del coronavirus, ningún líder que influye positivamente en una sociedad puede dejar de tomar decisiones diariamente. De hecho, el momento demanda hacer elecciones con poca información y mucha incertidumbre sabiendo que se va a ocasionar cambios drásticos en personas y familia. Por eso quisiera compartir algunas reflexiones e ideas que pueden ayudar ha hacerlas, considerando que lo primero a tener en mente es evitar hacer daño.
Un primer punto es no decidir en solitario sino hacerlo de forma colegiada, (con otros), para asegurar un mejor resultado al tomar resoluciones finales. No hay que olvidar que tomar decisiones afectará los resultados a corto y largo plazo de la organización y la calidad de vida de muchas personas. Tal es el caso de los líderes empresariales, sindicales, funcionarios públicos, diputados, altos mandos militares, directivos de organismos internacionales, gremiales, partidos políticos y los tanques de pensamiento, entre otros.
¿Cómo se lleva a cabo con transparencia e innovación el proceso de toma de decisión colegiada para asegurar el mejor desempeño de una organización? Decidir colegiadamente evoca hacerlo en comunión, es decir, en común-unión, que significa converger después de dialogar respetando la diversidad de enfoques hasta llegar a una posición unificada. Por lo tanto, no se llega porque hay un voto más. Efectivamente, tomar decisiones colegiadamente no ocurre porque un grupo interno le gana al otro por un voto más, sino por debatir hasta llegar a una mayoría razonada. El profesor Miguel Angel Ariño, anterior director del Departamento de Análisis de Decisiones del IESE (Universidad de Navarra), señala a grandes rasgos que «una decisión hay que evaluarla bajo tres dimensiones: la primera, ¿consigo o no el objetivo que pretendo? Segunda, ¿qué les pasa a las personas a las que les afecta esta decisión que voy a tomar? Y, por último, ¿qué consecuencias tiene en mí esta decisión tomada? En concreto, ¿me hago mejor o peor persona? ¿Me hago injusto porque estoy cometiendo una injusticia? ¿Me hago más o menos confiable?»
Una de las habilidades y actitudes que el profesor Ariño señala para optimizar el proceso de toma de decisiones es la de ser responsables. Buscar la verdad o esencia de las cosas asegura la responsabilidad al tomar las decisiones. Ya lo decía Antonio Machado en unos versos: «Tú verdad no, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela».
Columna de Opinión publicada en La Prensa Gráfica, 22 de marzo de 2020