¿Cómo podemos educar en las habilidades sociales («soft skills») que se requieren para formar al trabajador del futuro, si en nuestros países no estamos invirtiendo lo necesario? Solo destina 3.8 % de su Producto Interno Bruto (PIB), según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, BID. («Aprender mejor. Políticas públicas para el desarrollo de habilidades«, 30 de agosto, 2017).
En la Cuarta Revolución Industrial actual, se necesita emigrar hacia diferentes formas de gestionar a los talentos, en especial a través de un liderazgo flexible, el cual requiere de aquellas aptitudes gerenciales centradas en habilidades sociales («soft skills») que les permitan pensar, actuar y sentir en forma más humana, abierta, empática y colaborativa.
Un ambiente laboral productivo se obtiene abriendo y gestionando espacios para que mujeres y hombres aprecien trabajar juntos, pues «cuando los individuos sienten que pertenecen al grupo y son valorados por su perspectiva y habilidades únicas, son más cooperativos e innovadores». Anna Beninger , directora investigadora de compromiso corporativo en Catalyst, para ayudar a construir lugares de trabajo competitivos.
Sale aquí a relucir que el principal lugar donde se educan las habilidades sociales es la familia, lugar que puede y debe ser apoyado por el sector productivo, en especial a los empleados con hijos e hijas en la primera infancia, para que dentro de 30 años tengamos a los trabajadores con las necesarias habilidades humanas que nunca serán desplazados por las máquinas (robots) sino que trabajarán junto a ellas y aprovechándolas en favor del bien común y desarrollo sostenible de sus organizaciones.
El futuro ofrecerá oportunidades de empleo especialmente en el sector servicios, el cual requiere no solo de mejores y seguras condiciones para atraer inversión nacional y extranjera, sino de personas formadas en habilidades sociales para poder enamorar al cliente con un alto sentido de calidad en el trabajo y el servicio. Ciertamente, ya no funcionan de manera efectiva los contenidos y sistemas de enseñanza aprendizaje actuales, que fueron concebidos estupendamente para el siglo pasado pero que ya no son adecuados para formar habilidades necesarias para enfrentar la Cuarta Revolución Industrial. Lo mismo aplica para las universidades y los cursos técnicos.
En Davos 2018, Jack Ma, fundador de ALIBABA (competencia china de Amazon), dio estos consejos ante la incertidumbre actual: «La Inteligencia Artificial y los robots van a matar a muchos trabajos, porque en el futuro estos serán hechos por máquinas. Las industrias de servicios ofrecen esperanza, pero deben hacerse de manera única… No podemos enseñar a nuestros hijos a competir con máquinas que son más inteligentes: tenemos que enseñarles a nuestros hijos algo único. De esta forma, 30 años después, los niños tendrán una oportunidad… problemas…»
Siendo la familia el principal socio en la formación de habilidades sociales de sus integrantes, esta necesita superar urgentemente las amenazas de pobreza y desempleo, ya que el número de hogares pobres por subempleo o inestabilidad laboral en 2017 fue de 1,831,313. Esto significa 65.8 % de los hogares o 1.21 millones de familias, subiendo del año 2016, en que se vieron en las mismas condiciones 54 %. (DYGESTIC 2017, Gobierno de la República de El Salvador).
Estas circunstancias, además de evitarles a los padres cumplir con su labor de jugar y educar a los hijos (o platicar con los ancianos y cuidar a los enfermos), tampoco les permite educar las habilidades sociales a sus hijos e hijas, próximos emprendedores y trabajadores del futuro.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 20 de enero de 2019.