Este año el tema de la reunión del Foro Económico Mundial, FEM (WEF en inglés), a realizarse como siempre en Davos, será la GLOBALIZACIÓN 4.0
«que comprende muchas de las historias contradictorias que en la actualidad dan forma a nuestro mundo.
En los últimos 40 años, la historia predominante fue el PBI, y los países aplicaron la desregularización, redujeron los controles de capital, recortaron los impuestos sobre sociedades y liberalizaron sus mercados laborales… pero… la creciente desigualdad amenaza gran parte del progreso que hemos logrado durante el último medio siglo.
Mientras que el año pasado, el 1 % más rico del mundo se llevó el 82 % de toda la nueva riqueza, el Banco Mundial informa que la reducción de los índices de pobreza se ha desacelerado, lo que genera preocupación sobre lograr el objetivo de acabar con la pobreza para 2030.
Resulta aún más impactante que la pobreza extrema en África subsahariana en realidad está aumentando; casi la mitad de todas las personas del mundo están a una factura médica o una mala cosecha de la indigencia...» Fuente
Por eso, desde hace mucho tiempo (en especial en la «Reunión Anual 2014» del World Economic Forum), se habla claro y alto en las voces de los líderes globales que llegan a los eventos organizados en Davos: Que no hay solución fácil para enfrentar el desempleo juvenil y las desigualdades en salarios o condiciones laborales de las mujeres.
Entre las soluciones se señaló que las alianzas público-privadas pueden hacer una gran diferencia. Y es que aprovechar el potencial de la juventud y las mujeres es impactar directamente en el progreso de un país. En el caso de las madres de familia, ellas buscan invertir sus ingresos en la mejora de los suyos: en ayudarles a tener empleo a los hijos (as), cuidar de su salud y de obtener una educación de calidad que les ayude a ser gente honesta y trabajadora.
Próximamente tanto las mujeres como los jóvenes reflexionarán qué visión quieren que tenga el futuro presidente y su gabinete: o un funcionario que los vea como víctimas incapaces de adueñarse de su destino o un presidente que sea un estadista que apueste por una nueva forma de una cultura de valores de excelencia, calidad y equidad, convencido de que para atraer inversión (o promoverla internamente) se necesita formar las nuevas habilidades que piden las empresas modernas de la Cuarta Revolución Industrial.
Esto permitirá crear más fuentes de empleo para que todas las personas puedan construir su propio futuro de oportunidades. La visión de Carlos Callejas y Carmen Aída, me parece, parte de la realidad que la mujer es persona con igual dignidad que el hombre, ciudadana sujeta plena de derechos, deberes y libertades, sin cuya participación, a todo nivel en los sectores, no es posible el desarrollo sostenible, ni la paz ni el progreso ni la educación de valores éticos. En los estatutos del partido ARENA también se valora la persona, sea hombre o mujer.
¿Por qué confiar de nuevo en los candidatos políticos? La idea es confiar en aquel candidato que sabemos por experiencia que tiene el hábito o el carácter afianzado de mirar siempre por los intereses de los demás. Carlos Callejas y Carmen Aída me parecen dignos de confianza por su servicio solidario con los más pobres y la convicción de que el trabajo decente para todos es la solución.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 13 de enero de 2019