El mejor regalo navideño para darnos a nosotros y los seres queridos de nuestro entorno es contar con una sana perspectiva sobre nuestra personalidad. Con otras palabras, esta época navideña y de celebraciones de fin de año es un buen momento para preguntarse: ¿Qué es la autoestima?
Es importante dar una respuesta verdadera a la interrogante porque de ella depende ni más ni menos que la propia felicidad, la cual podremos darla luego a la familia, los amigos y las personas con quienes trabajamos. Me gustó mucho la explicación que proporciona un sabio moderno al decir que la autoestima no es otra cosa que la apreciación que de sí mismo tiene cada ser humano, «el modo en que la persona se ama a sí misma».
Este concepto lo tomé prestado del libro «En busca de la autoestima perdida», escrito por el catedrático de filosofía español doctor Aquilino Polaino-Lorente (pág. 18). Y agrega el autor, que la autoestima es la visión o capacidad para experimentar el propio valor intrínseco, con independencia de las características o logros personales que, parcialmente, también la definen e identifican» (pág. 28).
Una sana autoestima tiene su asidero formal en ser honestos con nosotros mismos, reconociendo que la sola existencia es una razón para dar gracias a la vida… El escritor español Julián Marías se refería así al valor universal del agradecimiento: es la «actitud que tiende a ver lo bueno, a retener y subrayar el aspecto valioso de lo real. Se contrapone a lo que podríamos llamar el espíritu negativo o ‘negativismo’, que busca, casi siempre con afán, el lado peor de las cosas, lo que les falta, lo que disminuye su realidad, las manchas que las afean.
El espíritu positivo sufre cuando tropieza con todo lo que no va bien, sin dejar de verlo. Tal vez es más verdaderamente sensible a ello, porque se alimenta de la realidad, necesita la verdad, deriva su alegría de ella, se complace al hallarla. El espíritu positivo tiene sentido común y de lo real.
Es amigo de la verdad, no puede vivir sin ella. Esto le permite ver lo que falta, las desviaciones y los vacíos, que no trata de esconder y le duelen y los señala, pero presenta las posibles soluciones. La pobreza, la tragedia y lo que falta por hacer no le impide ver lo positivo y bueno de la mayor parte».
Miguel Ángel Martí habla del espíritu positivo y agradecido: «Siempre hay motivo, si el corazón está bien dispuesto, para traer la alegría a los labios, sobre todo si se quiere hacer felices a los demás…
La vida, todos lo sabemos, está sembrada de pequeñas penas y sufrimientos, de ahí que intentemos aliviar con nuestra presencia tanto dolor escondido. Unos ojos alegres acompañados por una mirada sincera levantan el ánimo del que los contempla, de esto todos tenemos experiencia.
Sonreír con la mirada, sonreír con los labios, debería ser nuestra forma habitual de presentarnos a los demás. Hay personas que habitualmente no encuentran un motivo para sentirse agradecidas con la vida, y a otras, en cambio, cualquier motivo les alegra el corazón».
Todos los cristianos celebraremos pronto agradecidos el nacimiento de Jesús, Quien nos amó tanto que nació, murió y resucitó para abrirnos el cielo, haciéndonos hijos de un Padre amoroso que nos quiere con locura. Qué razón más poderosa para tener autoestima sana el sabernos amados apasionadamente… ¡FELIZ NAVIDAD!
Columna de opinión, La Prensa Gráfica, 23 de diciembre de 2018