Las claves de la felicidad (parte 6)

Permítame explicarme, utilizando las ideas del doctor Stephen Covey y del doctor Tal Ben-Shahar, profesor de Psicología Positiva de Harvard, sobre cómo ser felices y productivos en entornos difíciles e inciertos. Del primero podemos tomar ideas para ser productivos y felices del libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”, donde explica que deberíamos concentrarnos en trabajar en el “círculo de influencia en vez de en el círculo de preocupación”.

Significa que hay que separar las cosas que nos preocupan, de aquellas que no lo hacen, tratando de descubrir las cosas sobre las que no tenemos control de ningún tipo (pues se escapan a nuestro alcance), y otras respecto a las cuales podemos hacer “algo”.

Este segundo grupo de cosas forma nuestro círculo de influencia. El doctor Tal Ben-Shahar aconseja tener seis actitudes:

1. Perdone sus fracasos. Aceptando las emociones negativas conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la alegría. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de perdonarnos la debilidad.

2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo. Cosas grandes y pequeñas.

3. Haga deporte. Basta con practicar un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día, para que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir drogados de felicidad.

4. Simplifique en el ocio y en el trabajo. Identifiquemos qué es lo verdaderamente importante y concentrémonos en ello. Apagar el teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la familia.

5. Aprenda a meditar. Este sencillo hábito combate el estrés y es también un momento idóneo para manejar los pensamientos hacia el lado positivo, lo cual le aportará un grato momento de paz.

6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia. La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Si perdemos la percepción del fracaso como “oportunidad”, no podremos tener resiliencia (concepto inspirado de la física y de la ingeniería que describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora).

Continúo con nuestra reflexión sobre el reconocido el “Himno al amor”, escrito por san Pablo, que describe cómo amar: “El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Co 13,4-7).

En la exhortación apostólica “Amoris Laetitia” (numerales del 91 al 118), el Santo Padre describe la manera de vivirlas diariamente. Ahora veremos las últimas cualidades de quien sabe amar de verdad, relacionadas con la ternura y la compasión.

Se trata de las actitudes necesarias para no maltratarnos ni herirnos a nosotros mismos ni a los demás, porque comprende y disculpa todo (111 al 117), “cree todo, espera todo, soporta todo”. De este modo, se remarca con fuerza el dinamismo contracultural del amor, capaz de hacerle frente a cualquier cosa que pueda amenazarlo. Debemos limitar el juicio y contener la inclinación a lanzar una condena dura e implacable.

Hay que detenerse antes de dañar la imagen del otro como un modo efectivo de reforzar la propia, de descargar los rencores y envidias sin importar el daño que causemos… Quienes se aman, en especial los esposos, hablan bien el uno del otro, intentando mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores.

Columna de opinión publicada en La Prensa Gráfica, 4 de febrero de 2018.

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