¿Qué habilidades tendrá que desarrollar una persona (de cualquier edad) para tener éxito en la Cuarta Revolución Industrial?
¿Cómo será la empresa que quiere ser rentable en la era del conocimiento atrayendo a las personas que poseen las habilidades socioemocionales que se requieren ya y en el futuro?
¿Se puede enseñar a ser emprendedor innovador o se trata de un don con el que las personas nacen? Dar respuestas a estas reflexiones nos permitirá ser más competitivos.
El Salvador destina 3.8 % de su Producto Interno Bruto (PIB) a Educación, según el estudio “Aprender mejor. Políticas públicas para el desarrollo de habilidades”, lanzado el pasado 30 agosto por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este dato está por debajo de la media para la región de Latinoamérica (5.1 %) y Estados Unidos (5.1 %), y similar al gasto de economías de ingresos medios, como Tailandia y Hungría (3.8 %). Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo.
Desafortunadamente, según Luis Alberto Moreno, presidente del BID, el estudiante promedio de América Latina y el Caribe tiene un rezago académico de más de un año frente a lo esperado, debido en parte a que el poco dinero que se tiene no se invierte bien (la mayoría sirve sobre todo para pagar salarios) y tampoco se invierte en el desarrollo de habilidades. En especial se debería priorizar la inversión en los primeros años de vida del niño, cuando los cerebros son más maleables y receptivos, y los retornos de las inversiones son mayores.
“La región ha gastado demasiados recursos en políticas costosas que tienen un impacto pequeño en el aprendizaje de los alumnos. Políticas que distribuyen una computadora para cada niño en la escuela suenan bien, pero la evidencia muestra que estas iniciativas no logran fomentar el aprendizaje de los niños”, asegura el presidente del BID en una entrevista reciente.
En vez de esto, el presidente del BID menciona del documento alternativas más eficientes y económicas: “laboratorios de computación con la orientación pedagógica adecuada (lo demuestran estudios en la India y China); realizar programas de apoyo a los maestros que favorezcan su labor en las aulas con materiales relevantes y planes detallados de lecciones en el aula, ya que ayudan al aprendizaje de los niños y hacen la vida más fácil a los docentes; mejora la calidad educativa a través de ordenar el crecimiento desorganizado de universidades e institutos técnicos y profesionales, instaurando mecanismos de acreditación que garanticen la calidad de los centros y programas; proporcionar datos online de las posibilidades de empleo y los salarios de diferentes vías profesionales ayuda a los alumnos a tomar mejores decisiones sobre el conjunto de opciones ofrecidas en la educación superior”.
Dos puntos que me llaman la atención del documento son que hacen un llamado a desarrollar políticas de formación de adultos, ya que es necesario preparar a la actual fuerza laboral y emprendedora con las habilidades del profesional del futuro.
La otra idea es rescatar una acción que nuestros abuelos sabían que funciona: “Apostar por los programas de aprendices. Estos han tenido un enorme éxito en Europa para ayudar a los jóvenes adultos a acceder a buenos empleos, sacándolos de la informalidad”. Según Moreno, se pueden tomar de modelo algunas iniciativas como la Lei do Aprendiz, en Brasil, y Primer Paso, en Argentina.
Columna de Opinión publicada en La Prensa Gráfica, el 24 de Septiembre de 2017