Ahora se necesitan hombres y mujeres de corazón valiente que desplieguen un liderazgo vitamina (lleno de entusiasmo) para llevar a su gente con seguridad y confianza al futuro. Quisiera seguir compartiendo los descubrimientos sobre una especie de perfil de líder humanista lleno de empatía, deseos de servir y resiliencia, que pueda tratar con respeto y dignidad a su equipo, sin lo cual difícilmente alcanzará resultados. Me gustaría describir estas cualidades como las del «Líder Vitamina».
La propuesta nace después de una amplia investigación constante que comencé desde mayo de 2020, cuando aprovechando el confinamiento de 6 meses en todos los países, y particularmente viviendo la enfermedad terminal de mi esposo, busqué observar, apoyar y estudiar los comportamientos de mis amigos y clientes CEO, tomando nota de su metamorfosis ante la necesidad de innovar para enfrentar y superar el impacto de la crisis sanitaria en sus organizaciones y familias. No olvidemos que en los últimos dos años alrededor del mundo se cambió para siempre la forma de trabajar, amar y hacer negocios.
Tal como escribí, el profesor Juan Fernando Selles presenta de los estudios del Dr. Polo una síntesis de 9 puntos (ítems) que considero han de ser tomadas en cuenta por los dirigentes como la vitamina para renovarse hacia un liderazgo valiente y efectivo:
1. Las personas primero.
2. Sin equipo, no hay líder.
3. Saber pasar la posta (los sucesores).
4. Ser líder es ser maestro.
5. Seis palabras mágicas (virtudes, responsabilidad, prudencia, justicia, fortaleza, templanza y veracidad).
6. Rumbo a la meta (objetivos).
7. Aprender a gobernar.
8. Resultados a la vista (el dinero es trabajo en potencia).
9. El objetivo es que ganemos todos (bien común)».
Del documento: «Nueve puntos centrales que el directivo debe tener en cuenta, según Leonardo Polo«, Dr. Juan Fernando Selles, Universidad de Navarra, España.
El primer punto es considerar a las personas primero. La tarea de liderar o dirigir seres humanos «no consiste en la mera aplicación de reglas técnicas o métodos fijados. Obviamente, tampoco consiste en el ancestral ordeno y mando según antojo del directivo. Dirigir es formar a los trabajadores y es aprender de ellos; es saber motivarlos y aceptar sus motivaciones; es actualizar sus potencialidades y aprender de ellas; es saber conducirse éticamente y favorecer el buen comportamiento ético de los demás. Dirigir es, en definitiva, servir. Lo mejor es que el servicio sea personal, y que tenga como objetivo a las personas, para que estas crezcan personalmente».
En suma, «el directivo, por ser persona debe actuar como persona. En otro caso no dirigiría, o lo haría mal y los cambios que la acción humana comporta serían de escaso alcance. Pero, para actuar como tal, debe saber dos temas de muy largo recorrido:
a) Saber quién es él y quiénes son los demás como personas distintas, es decir, ir conociendo progresivamente el propio sentido personal de cada quién.
b) Saber cómo es la naturaleza humana común de los hombres, y cómo se activa su perfeccionamiento. En virtud de ambos temas el directivo tiene que poseer una fuerte dosis de humanismo».
En la próxima columna reflexionaré el ítem 2, que considera que «sin equipo, no hay líder». Pienso que las bases sobre liderazgo en la amplia obra de Leonardo Polo es la teoría adecuada para reinventarse hacia una diferente forma de ejercer el liderazgo, que lo considero ha de ser un estilo cómodo y adecuado para cualquiera que quisiera sentirse cómodo planificando en medio de la perplejidad, construyendo con entusiasmo (con vitamina) un mundo más humano a la vez que hace buenos negocios.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 21 de noviembre de 2021