La primera sugerencia para transformar la imagen personal y profesional es tener claro que lo que más impacta es dejar una huella positiva en cada persona con que tratamos, a través de proyectar un liderazgo positivo.
¿Estamos preparados para volver a la «supuesta normalidad»? Pienso que para desenvolverse mejor de forma presencial hay que volver a recuperar el buen ambiente dentro de los espacios laborales y en los hogares. Se requiere construir de nuevo los lazos de amor y amistad en la familia y en equipos de trabajo, ya que los expertos en neurociencia señalan que el confinamiento prolongado ha dejado huellas en la salud mental infectando con actitudes egoístas, desconfiadas, indiferentes y poco amables a las personas por miedo al contagio de covid-19.
En el marco de la transformación global tras la apertura económica, se hace necesario reinventar nuestra marca personal y profesional para reconquistar a clientes y recuperar amigos o familiares que no hemos visto en meses cara a cara. Se requiere enfrentar de forma novedosa los desafíos que presenta la «nueva normalidad», que prácticamente cerró operaciones en muchos sectores (sectores como el hospitalario, el de centros dermatológicos o dentales, el de restaurantes, el financiero, los bufetes, etcétera), logrando trasladar la calidez humana al mundo «offline». El nuevo servicio al cliente implica aprender a sonreír con los ojos a pesar de usar mascarilla y la distancia social.
La primera sugerencia para trasformar la imagen personal y profesional es tener claro que lo que más impacta es dejar una huella positiva en cada persona con que tratamos, a través de proyectar un liderazgo positivo. «No se trata de una positividad falsa ni requiere que los líderes acepten la mediocridad o que tengan temperamentos naturalmente optimistas. Más bien, la atención se centra en conjugar las fortalezas de las personas y ayudarlas a encontrar sentido en su trabajo, en oposición a la práctica tradicional de centrar la atención en sus debilidades…» (Ideas de investigaciones del IESE, España)
La segunda sugerencia es recuperar la etiqueta social entendida como el lenguaje no verbal de la amabilidad, dentro de los cuales el más significativo código no verbal es el gesto de sonreír, que va acompañado de un sincero deseo de servir, transmitiendo con la imagen un talante sereno, un temple sosegado y ecuánime, tan necesario para transmitir confianza.
«Sonreír es reconocer al otro como persona: sonrío al portero al entrar en el edificio en el que trabajo, pero no a la fotocopiadora que está en el pasillo. Hay personas a las que la sonrisa parece serles natural… La sonrisa es siempre muy agradecida. Como la madre con el bebé lactante, quien sonríe cosecha muchas veces la sonrisa y el afecto de los demás. Es muy conocida aquella afirmación de William James, uno de los fundadores de la psicología contemporánea, de que no lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos. Me parece que algo semejante puede decirse de la sonrisa. De hecho, cuando me encuentro con personas que sufren por su aislamiento, por sus dificultades de comunicación con los demás, suelo invitarles a que se empeñen en sonreír a quienes tienen a su alrededor porque —les digo— no sonreímos porque estamos contentos, sino que más bien estamos contentos porque sonreímos. No importa que en un primer momento la sonrisa sea forzada o parezca artificiosa, pues con su repetida práctica va calando por dentro hasta que alegra el corazón… El Papa Emérito Benedicto XVI viene a recordarnos que el motor de la historia es el amor, el diálogo y la comunicación entre las personas y los pueblos. Lo que nos enseña es que cambiaremos el mundo a base de cariño. En este sentido, ponerse a sonreír es comenzar a cambiar el mundo… Por eso merece la pena tomarse en serio el trabajo de sonreír» Dr. Jaime Nubiola, filósofo.
Cuando se descubre el potencial del lenguaje no verbal para mejorar las relaciones interpersonales, se llega a la conclusión que es posible aprovechar el poder de la sonrisa para mejorar la comunicación interpersonal, que ya era difícil antes por el enganche de la gente con las pantallas y redes sociales.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 10 de octubre de 2021