Hoy es el día principal de las Fiestas Julias, dedicadas a Santa Ana y San Joaquín, los abuelos de la Madre de Dios. En esta fecha tan especial, frecuentemente se recuerda y agradece las enseñanzas de estos entrañables personajes en la vida de los nietos y nietas del mundo cristiano, por la huella que nos dejaron. Cada cual puede tener sus memorias favoritas relacionadas con las enseñanzas de costumbres, valores, historias y comidas compartidas con su abuela y su abuelo.
Personalmente no conocí a los papás de mi padre y mi madre, pero sí a mis abuelas, quienes me marcaron con su manera de amarme y la forma en que superaron las circunstancias difíciles que le tocaron vivir (ya están en el cielo). Sobresalen también de ellas las cualidades de la resiliencia y el de tener carisma, influyendo más por su ejemplo biográfico que insistiendo con grandes discursos. Hoy me parece una ocasión grata para reflexionar sobre estas dos notas del carácter para tratar de ser un modelo de líder íntegro, como mis abuelitas fueron para las mujeres de la familia y amigos cercanos y lejanos.
El diccionario RAE define la resiliencia como «la resistencia de un cuerpo a la rotura de un golpe». Desde el lado de la ciencia, el psiquiatra y neurólogo francés Boris Cyrulnik ensanchó la definición hacia la capacidad del ser humano para reponerse de un trauma sin quedar marcado de por vida, logrando la felicidad .
La fortaleza o resiliencia personal consiste también en facilitar un trato respetuoso entre las personas, que mucho tiene que ver con practicar las buenas maneras (etiqueta social) en la vida diaria. Recuerdo que mis abuelas nunca nos gritaron para educarnos, aunque sí nos ponían quietos con una sola mirada… Otra idea básica para manifestar respeto (que se relaciona con la resiliencia) es ser agradecidos por las pequeñas o grandes cosas que recibimos de quienes amamos y de quienes prestan servicios o nos venden productos. Por eso la mayoría de las abuelas recuerdan a la niñez las palabras mágicas: gracias, perdón y por favor.
El carisma de mis abuelas brillaba como una estrella que daba luz alrededor. Efectivamente, «es una palabra de honda raigambre. A todos nos gustaría tenerlo (carisma, del griego, gracia); de hecho, hay personas que iluminan la sala en cuanto entran… Los ‘carismáticos’ construyen y mantienen relaciones, influyen positivamente en quienes tienen cerca y, en definitiva, son las personas con quienes queremos estar…
Hay comportamientos típicos de personas carismáticas que podemos imitar:
1. Escuchan más que hablan. Personas que preguntan, mantienen contacto visual, sonríen. Saben que lo importante es lo que importa a los demás, no a uno mismo.
2. Desconectan. Se olvidan de su teléfono. No se ponen a leer sus pantallas, no se centran en otras cosas. Conectar con otros cuando al mismo tiempo queremos conectar con el móvil es más difícil.
3. Se preocupan de dar antes de recibir. Dar es el único modo de conectar de verdad.
4. No actúan como ‘gente importante’ . Los «carismáticos» piensan que los ‘importantes’ son los demás. Practican ‘políticas de puertas abiertas’ : se hacen accesibles.
5. Dicen a los demás qué hacen bien. Son expertos en reconocer y felicitar a los demás por el trabajo bien hecho.
6. Eligen bien sus palabras. Las palabras influyen en la actitud. Por ejemplo: no tenemos que ir a una reunión, vamos a encontrarnos con otros en una reunión. Queremos estar cerca de personas felices y entusiastas, no gente triste y quejosa de sus deberes.
7. No hablan de los fallos de los demás pero admiten rápidamente los suyos. Compartir con humildad meteduras de pata y errores es una práctica excelente. La gente no se reirá de lo que hizo… se reirá contigo… Si nos negamos a reconocer qué hemos hecho mal o nos dedicamos a criticar, las personas se irán alejando de nosotros». Profesor Francisco J. Pérez.
Mi más sentido pésame a todos los que han perdido a sus amados abuelos y abuelas a manos del covid-19, sin muchas veces poder acompañarlos ni darles cristiana sepultura… En especial, a las hijas, nietos y nietas de don René Fortín Magaña, quien falleció a los pocos días de su esposa y su hija, y fue un gran patriota; un defensor del Estado de derecho, que me inspiró a salir a la calle a defender los valores de la democracia, la libertad de expresión, de religión, de educación, de prensa; la dignidad de la vida, la familia natural y la independencia de poderes (incluyendo el papel de la Sala de lo Constitucional).
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 26 de julio de 2020