Equilibrar la felicidad entre hombres y mujeres

En el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, ha sido refrescante escuchar durante la semana voces con nuevos enfoques que revaloran la esencia femenina como elemento indispensable para el desarrollo sostenible, así como para lograr diferentes modelos de gestión de los negocios, o para mejorar la formación de capital social y la educación en valores éticos en el hogar y la empresa.

De hecho, me parece que cada vez más se está dejando de lado las ideologías, para conseguir novedosas soluciones que superen viejos problemas de discriminación y violencia sutil contra la mujer, inspiradas en la profunda convicción de su igual dignidad personal.

No olvidar que la capacidad entre ambos géneros es igual, pero la diversidad es riqueza para la complementariedad y corresponsabilidad en los ámbitos de desempeño que ambos comparten: familia, trabajo, política, economía, ciencia, deporte y la promoción de la fe y la cultura.

Equidad de género

Ambos géneros son humanos y como tales, la fuerza que más los mueve para realizar un objetivo es alcanzar la felicidad, y entre los elementos para lograrla es tener una familia sólida y un trabajo relevante (significativo para mí y para los demás).

Desde la equidad de género, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en nuestro país ha mejora el porcentaje de brecha salarial porque solamente es del 4.6 %, frente a la diferencia a escala global que es del 20%. Las cosas van cambiando, pero no a la velocidad necesaria.

Hoy es buen momento para reflexionar sobre el amplio significado del valor del trabajo humano, desde una sana antropología realista, ya que pasamos mucho tiempo trabajando, lo cual puede ser motivo de satisfacción o de frustración.

El quehacer profesional, trabajar en una labor habitual, representa un requisito ineludible para que el hombre y la mujer conquisten su plenitud; el trabajo es una realidad noble, buena, necesaria y gratificante.

Los trabajadores (de cualquier nivel y tipo de actividad noble, incluyendo la alta gerencia) necesitan el trabajo para desarrollar y perfeccionar el alma. Se descubre así la valía del trabajo por sí mismo, como instrumento de progreso, y no solo como mera herramienta para la obtención de compensaciones externas. Cada vez existe mayor conciencia que trabajar permite la afirmación de uno mismo y del cumplimiento de una misión en el mundo.

Se hace necesaria la solidaridad entre ambos géneros, que favorece el desarrollo de la innovación en el trabajo desde una perspectiva de complementariedad y corresponsabilidad. Por ejemplo, a nivel biológico, el contacto y contraste de las diferencias del cerebro femenino y masculino permiten al hombre y a la mujer contrastar visiones diferentes, enriqueciendo las posibilidades de solución en los problemas y retos de la familia, de la empresa y en la sociedad (estudios médicos de la Dra. María José García Celma y Dra. Natalia López Moratalla, investigadoras y profesoras europeas).

Santiago Machado, CEO de Sodexo, en un panel de presidentes de grandes compañías que tuve el honor de moderar para comentar ideas de cómo balancear la vida, organizado por el Centro de Trabajo y Familia de la Escuela de Negocios de Chile (ESE), comentaba: «Tenemos cinco bolas: familia, comunidad, salud, trabajo y pareja.

De estas, dos son de cristal, que se pueden romper… en el proceso de equilibrar todas ellas, tenemos que darnos cuenta cuáles son las que si se caen se rompen y no se recuperan y cuáles rebotan». ¡Feliz celebración en el mes de las mujeres!

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 10 de marzo de 2019

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