Liderar y superar conflictos en tres pasos

Pienso que el mejor liderazgo es aquel que se ejerce sobre la base de una actitud de verdadera prudencia, descrita por los clásicos como un liderazgo ejercido en tres pasos:

1) la deliberación o juicio,

2) dictamen o discernimiento acerca de la situación (lo que lleva a tomar conciencia de la situación),

3) el imperio o decisión de actuar.

El líder que quiere ser justo y sabio en todo momento y circunstancia tiene en la prudencia la regla recta de la acción. (Según Tomás Aquino, que a su vez se apoya en Aristóteles).

Un ejemplo de saber liderar y superar conflictos fue la visita del papa Francisco a EUA en el año 2015. Cuando fue recibido por el entonces presidente Obama en la Casa Blanca, el Santo Padre ejerció una clara actitud de prudencia de no dejarse provocar por la lista de invitados presentes, que incluía personajes que contradecían el mensaje que él llevaba sobre la familia y el concepto de matrimonio.

Sin embargo, después de haber comentado los puntos en común en esa primera cita, tuvo la prudencia de ir desplegando su mensaje a medida que iba cumpliendo con su agenda, comenzando con el estupendo discurso en el Senado, seguido de las fuertes palabras a toda la comunidad de pueblos representados en la ONU, invitándoles a ser solidarios con los más pobres y necesitados del mundo, para que las familias puedan tener una vida digna, sean estas migrantes o locales.

Y finalmente, el Vicario de Cristo reafirmó en su alocución a los presentes en el Sínodo de la Familia, organizado en Filadelfia, cuál era la concepción original del matrimonio y la institución familiar, invitando a las familias de todas las naciones a unirse para apoyarse mutuamente en su misión de primera escuela de la fe, humanismo y ciudadanía.

Los griegos clásicos antepusieron la prudencia a otras virtudes importante: la justicia, la fortaleza y la templanza. Esto indica que solo puede ser bueno el que es prudente, es decir, el que es justo antes que nada con la realidad. Pienso que para prevenir y combatir la corrupción que tanto nos daña, podríamos volver a lo básico retomando los 10 mandamientos dados a Moisés en las tablas de la ley, ya que Dios tuvo un delicado gesto de amor con la humanidad al brindarle una guía básica de comportamiento prudente que le permita conducirse con sensatez en todos los ámbitos sociales.

Se puede ser imprudente por inseguridad, ocasionada culpablemente si es resultado de un centrarse en sí mismo en vez de mirar a Dios o a los demás. Esta mirada amplia alrededor de quienes nos rodean es lo que enriquece la esperanza y la experiencia.

«Para ser prudente se requiere tener en cuenta quién es uno y por qué desea una cosa. Solamente por esto, el egoísta, el que mira por sus intereses y no por los demás, ya es imprudente. También el que no es dócil, porque no se deja decir algo, es imprudente, pues se opone al conocimiento de la realidad. También se puede ser imprudente por impremeditación (falta de suficiente reflexión) o inconstancia». (Ramiro Pellitero Iglesias, profesor universitario).

Ejercer la prudencia no es huir de los conflictos, ha dicho el papa Francisco en reiteradas ocasiones cuando le preguntan cómo se puede construir una cultura de paz en la sociedad.

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 25 de agosto de 2019

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