¿Se puede definir la felicidad?
El filósofo griego Aristóteles fue el primero en tocar el tema de ser feliz como una aspiración humana universal, y el que también hizo el atentado de dar una respuesta sobre adónde hay que buscarla.
Aristóteles no la situaba ni en el honor, ni en las cosas materiales, ni en las riquezas, ni en el éxito… El pensador mediterráneo la ubicó en el buen vivir como seres éticos llenos de virtudes, arraigadas estas en la vida cotidiana en comunión con los demás.
Desde entonces, el sendero continúa siendo un reto para cada persona, tratando de localizar el propio y único sentido a nuestra vida, trabajo y a las relaciones con quienes amamos… Se trata de descubrir y elegir la misión para la que hemos nacido, perseverando con esperanza, reinventándose durante toda la existencia.
A esto contribuye una educación humanista (al estilo de la paideia griega) que permite a las futuras generaciones poder cultivarse, convirtiendo a las ciencias humanistas en herramientas que ayuden a buscar la felicidad de forma innovadora en cada época (Victoria Camps, filósofa).
En sintonía por encontrar respuestas a la aspiración humana de liderar la propia felicidad, siendo capitanes de nuestro navío, varios conferenciantes en dos grandes eventos recientes podrían dar luces nuevas.
En la Semana de la RSE, organizada por FUNDEMAS, el Dr. Cristian Conen expuso sobre las nuevas culturas corporativas, basadas en la ecología humana: estableció primero la definición de «ecología», que etimológicamente significa conocimiento/cuidado de la casa.
Hasta ahora este concepto se ha reducido a la casa física (aire puro, agua pura, fauna, flora) pero aunque evidentemente cada individuo necesita para vivir un hábitat físico adecuado saludable, sin contaminaciones ni peligros, también existen en nuestras sociedades síntomas de una contaminación espiritual que afecta especialmente a las nuevas generaciones: violencia contra la vida y la salud; delincuencia; adicciones; trastornos físicos y emocionales; vacíos existenciales; soledad; falta de autoridad, falta de afecto; hijos huérfanos de padres vivos.
Por eso el también profesor de la Universidad de la Sabana, Colombia, exhortó a instalar el debate sobre las acciones concretas para proteger, además de la casa física, la casa espiritual o hábitat ecológico espiritual necesario para la vida humana.
El hábitat espiritual ecológico es el amor incondicional, es decir, la valoración radical de una persona, no condicionada a algo (rentabilidad, productividad, destreza deportiva, logros materiales, mayor o menor simpatía), porque son criterios a los que se condiciona la valoración personal en distintos ámbitos de la vida social.
Ese lugar es la familia, el medio ambiente donde existe la mayor posibilidad de recibir esta medida de amor incondicional. La ecología humana se refiere entonces al conocimiento más profundo de la realidad familiar y de sus necesidades, y a la implementación de acciones concretas para facilitar a las personas desde las empresas, la constitución, la conservación, el desarrollo y la restauración de vínculos familiares sólidos.
En el Décimo Quinto Congreso Mujer y Liderazgo, que cada año organiza la Cámara de Comercio e Industria, también se escucharon luces nuevas sobre la autoliberación para ser felices: desde la tenacidad manifestada en la biografía de Tinita Galo de Mendoza, elegida Mujer Destacada 2019, pasando por las palabras de las líderes del comité de empresarias, quienes hicieron un llamado a las mujeres a transformar e influir en un mejor El Salvador a través de ser mejores empresarias, mujeres y hombres de negocios, en el lugar que estemos. Felicidades por los primeros 15 años de realizar el Congreso de Mujer y Liderazgo.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 14 de julio de 2019