Utilizar el lenguaje no verbal de manera adecuada permite multiplicar la efectividad de la comunicación interpersonal. Por ejemplo, si se aprovecha el momento de dar la mano para saludar con seguridad a un cliente potencial o al momento de conocer al futuro suegro o suegra, se podrían anticipar mayores éxitos en cuanto a dejar una buena impresión al llevar a cabo una cita importante o para escalar al siguiente nivel en la relación romántica significativa.
El poder que tiene el cuerpo humano y sus gestos para comunicar lo que hay en el interior personal es motivo de estudios frecuentes desde muchas perspectivas, ya sean las ciencias, los diferentes campos humanistas y las artes. Un ejemplo es la bellísima obra literaria del escritor Stefan Zweig en la cual describe cómo las manos de un joven envían un mensaje “sin palabras” a una mujer que las observa y en las cuales ella percibe en esa parte de la fisonomía masculina cómo le pueden “hablar” acerca de la persona dueña de esas manos. En el libro pude leer a través del pensamiento descriptivo que el novelista pone en la protagonista la primera impresión que le causó con solo su presencia frente a ella: “…Eran unas manos de belleza singular, inusualmente largas, inusualmente delgadas y, sin embargo, tensas y musculosas, con las puntas de las pálidas uñas suavemente redondeadas y nacaradas. Las estuve mirando el resto de la noche –desde luego, maravillada por aquellas manos extraordinarias, verdaderamente únicas– pero lo que al principio me sorprendió y alarmó fue su pasión, su expresividad locamente apasionada, la forma convulsiva en que luchaban y se apoyaban mutuamente. Aquel era un hombre desbordado, lo supe enseguida, que concentraba su pasión en la punta de los dedos para que esa pasión no lo hiciera pedazos a sí mismo” (Zweig S., Veinticuatro horas en la vida de una mujer). Realmente el corto relato de Zweig me devela lúdicamente e invita a descubrir la expresividad original que existe en las manos humanas, las cuales pueden revelar inusualmente a la persona particular que las posee.
Si se lleva esta potestad de comunicación que tienen las manos para expresar mejor los sentimientos o emociones al momento de saludar dando un apretón de manos, se puede sacar mayor provecho para fortalecer la confianza en sí mismos cuidando tres aspectos de esta acción de etiqueta social y empresarial:
1. Tomar la mano completa de la otra persona en la nuestra, recibiéndola enteramente. Esto implica no saludar dando la punta de los dedos ni apretando débilmente o demasiado la mano. (Se aconseja practicar dar la mano antes con alguien que sepa hacerlo bien y nos apruebe).
2. Al momento de saludar, mirar directamente a los ojos con amabilidad (calidez), procurando tener en el corazón la intención sincera de mostrar respeto y dignidad, sin hacer distinción ni darse llevar por prejuicios.
3. Mantener estable la mano al tomarla. No hay necesidad de moverla de arriba abajo ni tampoco de retenerla mucho tiempo. En el ámbito profesional occidental no importa quién extiende la mano primero: puede ser el hombre o la mujer; el menor al mayor de edad; el de menor jerarquía al de mayor autoridad. Este punto ha de ser validado en las otras culturas antes porque puede variar en las relaciones internacionales con clientes del Medio Oriente, el asiático, el africano y en los países musulmanes.
La capacidad de comunicación que tiene el lenguaje no verbal del cuerpo humano también ha sido pensado y plasmado desde una mirada antropológica panorámica en las ideas del filósofo Leonardo Polo, uno de mis mentores y más admirados escritores de los últimos tiempos. Él señala la incapacidad que se tiene de entender completamente al ser humano debido a toda su complejidad por lo que invita a abrir la mente a la hora de querer conocerle mejor: “…el único método que tenemos para estudiarlo, vistas las limitaciones del método analítico, es tratar de sentar la pluralidad de los rasgos humanos (lo cual de momento es analítico) y ver cómo se relacionan. Si entendemos cómo se relacionan, tenemos una comprensión que… en terminología moderna cabe llamar planteamiento sistémico… Tampoco tenemos penetración para ver hasta qué punto sostienen relación unos con otros, pero vamos construyendo, por así decirlo, un modelo interrelacional, que se puede enriquecer. De esta manera explicamos, aunque no la agotemos, la complejidad humana…”.
El profesor Polo da otro ejemplo: “…¿De qué le servirían al hombre las manos si no pudiera hablar? Las manos están libres de la función de andar (el hombre no es cuadrúpedo). Al quedar libres (y esta es una observación muy antigua), las manos se hacen potenciales y son aptas para ser usadas con gran flexibilidad: la mano es el instrumento de los instrumentos; así se define desde Aristóteles. Precisamente porque la mano es un órgano potencial es actualizable de muchísimas maneras: con la mano se puede empuñar una espada; con la mano se puede tocar el violín, el piano, gesticular, etcétera. El hombre con sus manos puede hacer una enorme cantidad de cosas: el trabajo tiene que ver ante todo con las manos… Las manos son unas extremidades no especializadas, y el lenguaje es un sonido emitido articulado depositario de un significado. Pero sin manos el lenguaje no es útil para la vida y las manos sin lenguaje tampoco. Hay entre ambos vinculaciones de sentido…” [1].
[1] Polo, Leonardo. ANTROPOLOGÍA DE LA ACCIÓN DIRECTIVA. Capítulo I. La cuestión del método, UNIÓN EDITORIAL
Columna de opinión, La Prensa Gráfica, 25 de agosto de 2024

