Quien se ama bien a sí mismo está capacitado para tener amistades verdaderas y se le facilita querer mejor a sus amigos. Quienes son seres humanos virtuosos tienen buenas amistades. La amistad es propia de las personas buenas. Así puedo resumir las ideas que sobre el verdadero compañerismo escribió el pensador y filósofo Leonardo Polo, haciendo referencia al tesoro de la amistad según Aristóteles y la gran tradición cristiana.
Las personas que dirigen organizaciones no han de aislarse cuando están en la cumbre del poder. Se hace necesario reflexionar por eso acerca de las diferentes formas de amistad que existe para elegir rodearse de amigos (as) que le ayuden con su sincera amistad a construir la mejor versión de sí mismos, recíprocamente, brindando felicidad a ambos.
Las personas que dirigen organizaciones no han de aislarse cuando están en la cumbre del poder. Se hace necesario reflexionar por eso acerca de las diferentes formas de amistad que existe para elegir rodearse de amigos (as) que le ayuden con su sincera amistad a construir la mejor versión de sí mismos, recíprocamente, brindando felicidad a ambos.
A pesar de que el valor de la amistad no está entre los elementos principales del perfil de un liderazgo integral que he venido comentando en las últimas columnas, considero que es uno de los valores más elevados que existe, tal como lo define el profesor Juan Fernando Selles, ya que es una virtud que unifica las otras competencias éticas y centrales para conseguir ser un líder integral: responsabilidad, prudencia, justicia, fortaleza, templanza y veracidad.
«La presencia de los amigos en la buena fortuna lleva a pasar el tiempo agradablemente y a tener conciencia de que los amigos gozan en nuestro bien.. Por eso debemos invitarlos a nuestras alegrías porque es noble hacer bien a otros, y rehuir invitarlos a participar en nuestros infortunios, pues los males se deben compartir lo menos posible… Con todo, debemos llamarlos a nuestro lado cuando han de sernos de ayuda, y recíprocamente está bien acudir de buena voluntad a los que pasan a alguna adversidad, aunque no nos llamen, porque es propio del amigo hacer bien, sobre todo a los que lo necesitan y no lo han pedido, lo cual es para ambos más virtuoso» Aristóteles.
Según comentarios filosóficos del profesor Polo, existe correlación entre virtud, felicidad y amistad (compañerismo). Su síntesis es simple: «El desgraciado necesita bienhechores y el afortunado personas a quienes hacer bien». Es recomendable familiarizarse con la definición que se hace de los tres tipos de amistad (según Aristóteles), para reconocer de entre los personajes que se acercan al líder aquellos que encajan mejor con el ideal de amigo (a):
«La amistad por interés. Una visión tremendamente instrumental de las relaciones entre dos personas, en la cual los demás solo son útiles en la medida en que se benefician en algo los unos de los otros (Polo). En esta clase de confraternidad son habituales las reclamaciones y los reproches, y es propia de individuos malos, puesto que estos no se complacen en sí mismos si no existe la posibilidad de algún provecho o placer. A veces se trata simplemente de aduladores que quieren ganarse el favor del otro».
«La amistad por placer. Se encuentra un peculiar punto intermedio entre las otras dos, pero ¿en qué se diferencia de ambas? …En los que se quieren por interés, la amistad obedece al propio bien; y en los que se quieren por el placer, a su propio gusto… Como ocurre con lo que despierta interés, tienden a desaparecer en cuanto dejan de ser agradables».
«La amistad perfecta. La más permanente y, por lo tanto, la más rara. El deseo de amistad puede surgir rápidamente, pero no necesariamente esta… Hay que reconocer que, más que en la utilidad o el placer, esta clase de relación se basa en un aprecio de las virtudes que el otro atesora. Esta clase de relación, a la que debemos aspirar, es la más altruista y menos interesada». Se da entre «los hombres buenos e iguales en virtud, ya que estos quieren el bien el uno del otro en cuanto que son buenos, y son buenos en sí mismos». (Leonardo Polo).
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 23 de enero de 2022