Héroes humanos que cuidan enfermos hasta el final

Parece entonces una ocasión interesante replantearse ahora cómo elevar y dignificar la carrera de enfermería, dado el papel insustituible que desempeñan.

Este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró «2020: el Año de la Enfermería», dándose la casualidad que con el recrudecimiento de la pandemia del covid-19, se ha traído a la palestra pública el valioso trabajo escondido que hacen estos héroes humanos cuidando enfermos hasta el final. (28 millones de mujeres y hombres alrededor del mundo, según el Consejo Internacional de Enfermeras -CIE).

Personalmente, he vivido la forma científica envuelta en etiqueta y buen modo en que los y las enfermeras asisten de forma profesional y cariñosa a los pacientes, tanto aquí en Estados Unidos como en El Salvador, siendo ellas y ellos los que notan con más detalle la evolución de una enfermedad, cuidando detenidamente de las indicaciones de los médicos.

Por eso me alegre mucho cuando fui invitada hace meses a dar una ponencia sobre la «Imagen del enfermero y enfermera del futuro» en un congreso de pediatría y neonatología. Recuerdo gratamente las palabras de uno de los médicos reconocidos de la Junta Directiva de la asociación que aglutina a galenos de esas especialidades cuando me dijo: «Sin ellas no podemos hacer bien nuestro trabajo de cuidar y curar».

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, describe a los profesionales de la enfermería como «la columna vertebral de cualquier sistema sanitario». Parece entonces una ocasión interesante replantearse ahora, en el marco de la pandemia del coronavirus y de las tragedias ocasionadas por las lluvias torrenciales en las familias salvadoreñas, cómo elevar y dignificar la carrera de enfermería, dado el papel insustituible que desempeñan, proporcionándoles además el apoyo que necesitan para salvaguardar la salud en los hospitales y clínicas (mascarillas, batas y scrubbs antifluidos, impermeables y antibacterianas; guantes de nitrilo, gafas y pantallas de protección facial, asistencia sicológica, tests para chequear su salud, etcétera).

Así lo piden la presidenta de la CIE, Annette Kennedy y Howard Catton, su director general, en una entrevista a una revista cultural: «Estos profesionales no son (solo) superhéroes o ángeles: son mujeres y hombres que tienen hijos, familias, amigos, responsabilidades… Deben ser protegidos frente a los riesgos que plantea la prestación de cuidados a personas con covid-19. Necesitamos que los gobiernos actúen con decisión para cuidar de los cuidadores que están dando a los pacientes la posibilidad de sobrevivir».

Según una investigación del CIE junto a la OMS, existe un déficit mundial de 5.9 millones de profesionales, la mayoría en África, Asia Sudoriental y la región del Mediterráneo Oriental, así como en algunas partes de América Latina, por lo que sigue como una de las carreras con mayores perspectivas de demanda, aun en tiempos de cierre de fuente de trabajo.

No debemos olvidarnos de estos héroes humanos que cuidan a los enfermos, muchas veces son quienes asisten en sus últimos momentos a los contagiados de coronavirus graves o acompañan a las embarazadas en su labor solitaria de traer a sus hijos e hijas al mundo, por las estrictas medidas sanitarias actuales en los centros hospitalarios. Son representativas de la magnánima labor de las profesionales las palabras de una enfermera italiana, hablando de su trabajo al lado del paciente: «Somos su única compañía y, como es muy difícil comunicarnos con las mascarillas, hemos aprendido a sonreír con los ojos».

Columna de opinión, La Prensa Gráfica, 7 de junio de 2020

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