El próximo 13 de noviembre se conmemora del día mundial de la cortesía, aunque lamentablemente no nos damos cuenta del poder de la amabilidad o consideración para lograr conectar mejor con los demás. No olvidemos que hay muchos estudios científicos que demuestran que una vida feliz está fundamentada en tener relaciones interpersonales significativas. Efectivamente, así lo demuestran los hallazgos de la Universidad de Harvard (EE. UU.) a lo largo de 86 años en la investigación científica más longeva de la historia sobre la felicidad [1].
“El tema sobre el desarrollo del adulto comenzó en 1938 con cerca de 700 adolescentes. Algunos de ellos eran estudiantes de Harvard, otros vivían en los barrios más pobres de Boston… Robert Waldinger, profesor de psiquiatría de dicha universidad, el cuarto director del estudio, explica que la calidad de nuestras relaciones es el mayor predictor de nuestra felicidad y salud a medida que envejecemos. Y recordó que nunca es tarde para «energizar» esas relaciones o construir conexiones nuevas…Entre los indicadores que se monitorearon (y sigue haciéndose periódicamente) están: alegrías y dificultades, su estado físico, mental y emocional. Y ahora también incluye a las parejas y descendientes de los participantes originales…” [2]
Así mismo, William F. Baker, profesor del IESE Business School (España), señala en su nuevo libro “Organizations for People: Caring Cultures, Basic Needs and Better Lives”, escrito junto con el psicólogo industrial Michael O’Malle, “que a lo largo de su carrera ha sido testigo en cientos de empresas, que apostar por una cultura organizacional basada en la amabilidad se traduce en empleados satisfechos e incluso en una cuenta de resultados positiva….[3] El ritmo y las exigencias de la empresa moderna pueden impedir que los empleados celebren el crecimiento y los logros de sus compañeros. Es una pena. Aunque hay lugar para la competitividad sana, la verdadera oportunidad para la innovación reside en la colaboración, y nada la estimula más que la cultura de amabilidad” (El sentimiento geborgenheit o la mezcla perfecta de calidez, confort y seguridad, viene de un concepto alemán). [4]
Quien actúa con amabilidad generalmente se motiva por compasión y auténtica preocupación por el prójimo. Ser amable equivale a ser menos egoísta y más generoso sin esperar nada a cambio. Un líder sereno, atemperado por la amabilidad, sabe que el tiempo, al pasar, deja cada cosa en su sitio: una pena que nos preocupó, un acontecimiento que nos alteró; permitiendo ver como un claroscuro el paso de la vida. Cuando a un líder le falta serenidad tiende a deformar la realidad, se ahoga en un vaso de agua y le afligen con su peso cosas que no deberían turbarlo.
Entendida como actitud moral, un liderazgo amable presupone la capacidad de dominar y educar el propio carácter a fin de adoptar en todo momento una actitud equilibrada (inteligencia emocional). Los expertos discuten si la serenidad (que incluye la amabilidad) es una virtud, o más bien el fruto o resultado de un conjunto de virtudes o actitudes que ya Aristóteles mencionaba a Nicómaco: la fortaleza, la paciencia, la prudencia y la templanza, todas ellas fundamento del valor tan necesario de la confianza en las organizaciones humanas, en los demás así como en sí mismos. Si a estos cuatro valores en acción (virtudes) se suma la capacidad de reflexionar sobre la experiencia ya adquirida, se logrará adquirir sabiduría al dirigir personas, tomando mejores decisiones dentro la familia, las organizaciones y en la trayectoria personal (algunas de las ideas de Salvador Canals) [5].
[1] https://www.bbc.com/mundo/articles/cm5rl91l381o
[2] bis
[3] https://www.sup.org/books/business/organizations-people
[4] https://www.iese.edu/es/insight/articulos/cultura-amabilidad-encumbrar-empresa/
[5] Salvador Canals, escritor, abogado y doctor en derecho mercantil. Carta 31-V-1954, n. 25: Canals, 1988, p. 106. https://opusdei.org/es-sv/article/salvador-canals/
Columna de Oinión, La Prensa Gráfica, 10 de noviembre de 2024

