Ignorar a una persona expresamente es un acto que puede ser o dar la impresión de arrogancia. No prestar atención a otra persona que nos está hablando por ver una pantalla de teléfono móvil me parece que es una de las acciones que más afecta el prestigio, la confianza, la credibilidad y la imagen profesional/ personal de alguien. Se le conoce a esta actitud negativa como “ningunear” o ignorar. También se entiende como “phubbing”, compuesta por las palabras en inglés “phone” (teléfono) y “snubbing” (hacer un desprecio). En español se diría también hacerle ninguneo o ningufoneo. [i]
Efectivamente, es reconocido por muchos estudios serios el impacto que el lenguaje no verbal o los gestos personales tiene para lograr mejores comunicaciones interpersonales, especialmente cuando se encuentran alineados con lo que se dice y hace (en coherencia los tres). Por ejemplo, se puede observar lo que ocurre con la actitud del público o audiencias que participan en una conferencia o en una presentación de nuevos productos/campañas en que prestarán mayor atención a lo que dicen los gestos del cuerpo del orador, quien no podrá dejar de dar el verdadero mensaje a través de su presencia personal. Así lo señala el doctor y psicólogo Mehrabian al dar los porcentajes de impacto de los diferentes gestos humanos en la comunicación:
55 % de la mirada del expositor sobre el interlocutor.
38 % de la voz y otros gestos (vestuario, sentarse, pararse, caminar, uso de los colores, etcétera).
7 % de las palabras que dice (discurso y contenido).
Los porcentajes anteriores explicarían por qué un compañero de trabajo o un familiar que nos pide un favor y se lo hacemos con buena cara siente que lo hacemos con gusto. En cambio, si con la voz aceptamos realizarlo, pero hacemos una mueca de desagrado con la boca o la cara, seremos percibidos como que nos molesta tener que hacerlo.
Si nos damos cuenta, el porcentaje de la mirada (55 %) tiene la mayor capacidad de influencia a la hora de proyectar y ejercer el don de mando desde algún puesto de autoridad: ya sea como padres y madres en la familia o como líderes de equipos deportivos y de trabajo en las organizaciones de cualquier tipo. Nos podremos convencer también de la necesidad de dejar la adicción de ver constantemente la pantalla del teléfono móvil (el celular) con el propósito de tener mayores posibilidades de convencer e influir en los demás, ya sea para que obedezcan o se vuelvan seguidores leales si se aprende a utilizar de manera adecuada el poder que tiene el lenguaje gestual de la mirada, porque tiene más fuerza para dejar huella positiva que sermonear.
¿Cómo darse cuenta de que se es adicto a las pantallas y por ello se puede ningunear o hacer “phubbing” a la gente que apreciamos y amamos?
1. Surge inseguridad al olvidar el teléfono en la casa, la escuela o la empresa.
2. No mirar a los ojos de la persona cuando se le contesta (si es que se responde).
3. En los bares, restaurantes y fiestas con amigos siempre se está conectado con uno de los dispositivos o se tiene sobre la mesa a la vista y cerca del plato de comida (lo cual es falta de etiqueta).
4. Usar el dispositivo en el transporte público o cuando se va manejando (otra falta de etiqueta además de ir contra las medidas de seguridad vial).
5. Se lleva en la mano el celular constantemente en las reuniones de familia y amigos así como en los lugares públicos.
6. Se está en peligro de caer en la “nomofobia” o miedo irracional a no disponer del celular. [ii]
Después de que se acepta que hay espacio de mejora en la manera de conectar con los demás a través de la mirada, se puede hacer nuevos hábitos de uso de las pantallas y dispositivos así como acuerdo con las personas con que se trabaja y se convive:
a) usar responsablemente y con horario las tecnologías de información/comunicación (TIC). b) Estar presente o dedicar atención plena a los encuentros interpersonales (mirar a los ojos de quien habla) para disfrutar de las personas con que se comparte una comida, un café o un trago.
c) Guardar el aparato en la cartera o ponerlo fuera de la vista para evitar mirarlo y silenciar las notificaciones.
d) No llevar puestos los auriculares en lugares y trasporte público, al caminar, al usar los ascensores y levantar la vista de la pantalla.
e) Tener un día libre para recargarse interiormente a través de “silencio digital”, es decir, darse tiempo para tener desintoxicación digital para pensar creativamente.
f) Establecer en el hogar que no se usa el celular durante las comidas.
g) Evitar ver el dispositivo antes de ir a dormir o en la cama.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 4 de agosto de 2024

