¿Quién es la mujer?

Es ya aceptado generalmente que la mujer, en cuanto ser humano, es idéntica al varón pues ambos tienen la misma dignidad, al tiempo que son iguales portadores de deberes y derechos que tienen protegidos por las legislaturas en todas las naciones. Aunque ha habido enormes avances, siempre hay espacio de mejora porque existen retos culturales que hay que superar para que se aplique la vivencia de aquellos en la convivencia diaria en los hogares y espacios laborales.

Para permear mejor y más rápidamente la cultura, es reconocido el papel transformador que tienen la enseñanza y aplicación de la formación en la niñez de los valores humanos, espirituales y religiosos impregnados con su significado más universal. En nuestros países latinoamericanos hemos aprendido que Dios creó a la primera pareja en la unidad de dos seres diversos. En la época moderna afirmaba Edith Stein, la primera profesora judía catedrática en la Alemania antes de la llegada de los Nazis, una similar idea: “Tengo el convencimiento de que la especie humana comprende dos especies: la del hombre y la de la mujer, y la esencia del ser humano llega a realizarse de dos modos diversos. La diferencia alcanza la totalidad de la persona-hombre y la persona-mujer… Hombre y mujer pueden expresar la imagen de Dios…”.

San Juan Pablo II, en su “Carta a las mujeres”, señalaba que “hombres y mujeres deben vivir la solidaridad en complementariedad”. Hombre y mujer no pueden ser extraños ni rivales entre sí: deben ser solícitos, solidariamente, del bien del otro, y de la entera sociedad. Y más adelante: “El ser humano, ser racional y libre, está llamado a transformar la faz de la tierra. En este encargo, que es esencialmente obra de la cultura, tanto hombre como mujer tienen desde el principio igual responsabilidad”.

En este sentido, no se pueden señalar unas tareas específicas que correspondan solo al hombre o solo a la mujer. San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, ya planteaba desde 1930: “Lo específico femenino no viene dado tanto por la tarea o por el puesto cuanto, por el modo de realizar esa función, por los matices que su condición de mujer encontrará para solucionar los problemas con los que se enfrenta, e incluso por el descubrimiento y por el planteamiento mismo de esos problemas”.

Pero la mujer es, además, POTENCIALMENTE portadora de la vida; y digo POTENCIALMENTE porque ni toda mujer es madre, ni el no serlo cierra el camino de su perfección ni, por lo tanto, son identificables los conceptos de madre y mujer. Sin embargo, su especificidad como mujer, su diferenciación respecto al hombre puede explicarse a partir del hecho de que sea potencialmente PORTADORA DEL PRINCIPIO DE VIDA. Existe una vinculación entre mujer y vida. “Dios la ha hecho portadora de la vida, y esa realidad potencial la dota de rasgos y matices anímicos que la llevan a actuar de un modo peculiar, femenino, no solo cuando es madre sino también cuando renuncia a la maternidad biológica para consagrarse plenamente a Dios, o cuando no se casa o no llega a tener hijos”. (Carmen Balmaseda, filósofa, psicóloga y escritora española).

Y por estar tan cercana a la vida tiene una particular capacidad de resiliencia y solidaridad, que la hace en general más apta para ser el corazón de la familia, el ámbito laboral y los espacios donde se crean las políticas públicas que van a favorecen a la sociedad. “Hoy en día el mundo, la familia, la sociedad civil, está más que nunca necesitado de que la mujer aporte ese algo característico que le es propio y que solo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad y fortaleza…”. San Josemaría Escrivá, entrevista realizada en 1968.

Si consideramos que la disposición original de la persona humana es ser imagen de Dios y Él se dio a conocer como Amor, podríamos afirmar que quien busca cuidar y ayudar a crecer a todo ser viviente en el universo es quien más se asemeja a Dios. Consecuentemente, la cercanía de la mujer con la vida le permite tener una apertura especial a la persona en todo aquello que sea humano. Quizás eso le llevó al líder de la Iglesia Católica a afirmar con audacia que “Dios le confía a la mujer el hombre” (en 1995, Carta a las mujeres).

Por lo tanto, una respuesta a ¿Quién es la mujer? sería (al menos para mí): La mujer es expresión de la humanidad…

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 8 de marzo de 2024

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