¿Qué dice el vestuario de una persona?

Una pregunta muy frecuente que me hacen en los talleres de «marca personal» es: ¿cuáles son las claves más importantes para lograr innovar la marca personal? Antes de dar algunas propuestas suelo ampliar primero cuál es el papel del vestuario en la comunicación interpersonal para dar a conocer quiénes somos. Ciertamente, la forma de vestirse y llevar accesorios tiene un carácter simbólico con varias dimensiones que hay que conocer para enviar un mensaje verdadero en las citas importantes y para dar buenas primeras impresiones. (Recordemos que no hay segundas oportunidades para dar una buena primera impresión).

De acuerdo con Linda Paz Quezada, mi colega de estudios de Antropología Trascendental y doctora en economía, entre las dimensiones de la imagen está la moda, y de la mano de esta, lo que «se llama estilo personal, en el que el atuendo comunica el ser, la intimidad, convirtiéndose en una manera de auto expresarse. El estilo implica una adhesión personal a la moda, que no anula su personalidad, sino que la subraya. La otra dimensión es la social, que le permite integrarse, participar y comunicarse con las demás personas en la sociedad a la que pertenece. El vestido es un modo de manifestación exterior del espíritu, en donde no cabe apariencia sin fundamento, la apariencia es espíritu puro. Por eso el cuerpo no es para el vestido, sino el vestido para el cuerpo. El cuerpo humano se completa con la vestimenta, nos cubrimos porque nuestro cuerpo no está adaptado a las necesidades climatológicas ni a otras interiores de nuestra racionalidad… Se transmite así la clase social, la edad, la actividad que se realiza. Es fácil aparentar: comprar un buen vestido, invertir tiempo en un buen maquillaje y arreglo del cabello, pero la elegancia interna, una conversación profunda, unos pensamientos reflexivos, no se compran en la tienda de la esquina».

La siguiente dimensión para lograr buenas combinaciones que fortalezcan la marca personal es seleccionar de la moda aquellas prendas que puedan hacer de la presencia personal una herramienta de comunicación de su dignidad, de tal forma que fluya o traspase el vestido, «así como una joya cuando se compra se envuelve en empaque especial, así la intimidad también. Una persona debería vestirse de acuerdo con lo que es y con lo que piensa, de lo contrario la moda se vuelve un disfraz. Reflexionar la moda puede llevar a desarrollar un individualismo estético: esto va con mi figura, esto va con mi edad, esto va con la actividad que desarrollo. Y también lleva a desarrollar un individualismo ideológico: esto va con mis principios, esto va con mi forma de pensar, esto va con la dignidad de mi persona».

Otra faceta es buscar tener elegancia en la imagen como objetivo, ya que «la elegancia es un modo de ser, íntegro, positivo, armonioso, de determinadas personas, que se manifiesta externamente en su modo de vestir, estar y relacionarse en la sociedad humana, con gracia, nobleza y sencillez, respeto a los demás, naturalidad y buen gusto…»

Otro elemento importante es ser elegante. La Dra. Quezada explica: «Un vestido elegante es aquel que permite y favorece la contemplación serena de la belleza encerrada en la persona. Si el vestido pone nervioso al espectador, le lleva a experimentar sensaciones y pasiones que le desenfocan del valor intrínseco de la persona y le enfocan en la persona-objeto, deja de ser elegante, se atrae por lo que se tiene, el cuerpo, no por lo que se es. La seducción debería ser algo natural y nunca evidente. La naturalidad sienta bien, favorece más, hace sentirse más libre y cómoda a la persona. Lo obviamente sexi está reñido con la elegancia. La elegancia es cuestión de criterio, no de código. No se trata de buscar mínimos ni máximos en largos, transparencias, sino de elegir, elegirme, ‘decidir qué quiero ser y qué quiero decir de mí’, a través del vestido que escojo. Es una elección que abarca la vida entera. Lleva bien la moda quien tiene un espíritu amplio y libre, quien busca la verdad y el bien».

El reto ante un mundo de negocios global es reinventar nuestra propia imagen y el uso de los accesorios, para que puedan ser instrumentos poderosos de comunicación para consolidar la marca personal, profesional y corporativa. Así mismo, es crucial mirar con ojos nuevos el fenómeno de la moda, como un gesto humano, una forma de arte y cultural. «La moda debería ser un reflejo de la rica intimidad que ha de fluir hacia fuera. Lo que ha de deslumbrar es la personalidad, enriquecida por un atuendo que haga gala de la dignidad que encierra ese tesoro».

Fuente:

Profesora Linda Paz Quezada. La moda: como factor social total. Lo permanente y lo cambiante, ¿identidad sustancial o imitación superficial? Cómo afecta a la persona, la cultura, la economía, al país y al mundo.

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 11 de junio de 2023

Un comentario sobre “¿Qué dice el vestuario de una persona?

  1. ¡Qué interesante reflexión sobre el poder del vestuario en la construcción de la marca personal! Me encanta cómo la moda se presenta no solo como una cuestión de estética, sino como una herramienta para comunicar nuestra identidad y valores. Sin duda, la primera impresión es clave, especialmente en el mundo de los negocios y las relaciones interpersonales.

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