Un líder para todos los tiempos: Mandela

Estamos entrando de lleno un cambio de época debido a la plena adopción de la Inteligencia Artificial, IA, en todas las sociedades alrededor del mundo, para lo cual parece necesaria una total reinvención en la forma en que ejecutamos el liderazgo en los negocios y en la manera de dirigir personas. Quisiera proponer una reflexión para co-crear juntos una hoja de ruta para convertir el rol de mandar bien equipos de personas para que conecten y confíen entre sí y quieran colaborar mejor en la transformación productiva que necesita El Salvador. Para ello presento las 10 lecciones de liderazgo de Nelson Mandela:

1. Habilidad de empatizar. Requiere de saber escuchar activamente las inquietudes del interlocutor para acoger los puntos en común, permitiendo conectar. Mandela realizó actos que mostraban su deseo de establecer puentes, como invitar a sus carceleros a la toma de posesión como mandatario.

2. Inmensa paciencia. Esto implica tener tolerancia y comprensión con los errores ajenos.

3. Grandiosa capacidad de perdonar. La capacidad de perdón se refiere a tener la firme convicción de que, en cada individuo, detrás de todo el mal, hay un ser humano con altísima dignidad igual a mí, capaz de transformarse y cambiar. Para perdonar, hay que separarnos de algún modo del agresor, aunque sea solo interiormente. Mientras el cuchillo está en la herida, la herida nunca se cerrará.

4. Saber retirarse. Nada más salir elegido presidente, declaró que solo serviría a su patria por un periodo (que dura 5 años), con lo cual tendría la posibilidad de poder hacerlo por la puerta grande. Eligir retirarse para dejar espacio a otros líderes mejores o más jóvenes es hacerlo con dignidad, lo cual supone un ejercicio absoluto de honestidad para reconocer las propias fortalezas y debilidades.

5. Aprender de los errores. Mandela fue transparente con sus muchos errores y fracasos (y el mundo fue testigo también), sobre todo a nivel personal, pero supo aprender de ellos.


6. Cauto y generoso. En especial con sus contrincantes políticos de raza blanca, Mandela supo ser respetuoso y nunca buscó venganza contra los exopresores de sus hermanos negros. “Tuvo cuidado con la elección del momento y forma de hacer los cambios cuando le tocó gobernar, en especial en todo lo que respecta a la modificación de símbolos, monumentos y nombres de calles del anterior régimen del apartheid.

7. Visionario. Mandela fue consciente del potencial unificador y patriótico que genera el deporte, organizando un campeonato para que tanto los blancos como los negros seguidores del rugby lo fueran también del nuevo gobierno.

8. Fascinador nato. Tener una personalidad atrayente e influyente es habitual entre quienes saben liderar. “Hasta la reina de Inglaterra le permitía que le llamara Elizabeth. Es más, ningún encargado de protocolo se atrevió nunca a reprenderle la familiaridad con la que trataba a la más soberana de todos los monarcas. Mandela sabía tratar a todo el mundo, al margen del estatus social que tuvieran”.

9. Habilidad para negociar. El deseo de alcanzar acuerdos que satisfagan a todas las partes tiene que ser innato o desarrollado, teniendo presente que todos han de salir ganando y todos tienen que ceder. Sabiendo trabajar en equipo y nunca querer todo el protagonismo.

10. Ejemplo y constancia. Mandela fue un líder transparente, que trataba de no tener dobleces. Lo mismo trataba a un sencillo amigo de la infancia que a una gran personalidad del mundo político o económico. Siempre he admirado a este surafricano de corazón universal, que, a pesar de ser tratado y encarcelado cruelmente por muchísimos años, salió de la prisión con ganas de hacer las cosas bien, sin rencores y llevando a cabo un liderazgo humano que deseaba servir a los demás a través de su posición de poder como el primer presidente negro de su tierra.

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 9 de noviembre de 2025

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