Me parece que una de las primeras mujeres dirigentes globales que conscientemente utilizó su atuendo para proyectar un mensaje específico de autoridad y elegancia (con la marca personal, diríamos hoy), fue Isabel I de Castilla, la soberana que llegó a mandar sobre un territorio que abarcaba la mayor parte de la península ibérica, con excepción de los territorios aragoneses, Navarra, Portugal y el reino de Granada, además de los asentamientos españoles que se ubicaron en las islas Antillas, La Española y Cuba después de 1492.
El hecho que muestra lo anterior ocurrió cuando intentaba ayudar a su hija Catalina de Aragón a navegar una situación diplomática difícil en que se encontraba, que llevó a Enrique VIII en la Inglaterra del año 1489 a enviar una delegación de embajadores a Castilla para indagar sobre el disputado patrimonio de la familia de su esposa española, con el objetivo de que la misión evaluara “la riqueza material de la corte castellana”, tarea que la realizó el encargado de esta con una descripción meticulosa de la ropa y las joyas de Isabel la Católica, la reina madre de Catalina. Por lo visto, el rey inglés vio en estas posesiones la garantía de la dote de la infanta; sin embargo, su madre, Isabel, parece haberlas vestido como performance (puesta en escena) de su autoridad y poder a través de su vestuario como monarca reinante en Castilla.
Otra monarca, la reina Isabel II de Inglaterra, recientemente fallecida en el año 2022, también logró comunicar con su imagen los valores y misión que inspiraron a sus súbditos a considerarla una de las más queridas regentas reales, en el largo tiempo que ocupó el trono sin perder su gran popularidad aun después que murió. Efectivamente, la manera en que gobernó la Reina Madre incluyó una estrategia de comunicación mediante la táctica de darle valor a su #marcapersonal, una voz sin palabras para enviar mensajes positivos y claros que fortalecieran la unidad y sentido de comunidad en el pueblo británico y la Commonwealth of Nations (Mancomunidad de Naciones relacionadas históricamente con el Imperio, actualmente integrada por 56 países independientes de África, Asia, Europa, América y el Pacífico).
De hecho, se le atribuye a la monarca inglesa la invención del concepto Sartorial Diplomacy, en el cual el adjetivo inglés Sartorial tiene relación con los vocablos tailoring, clothes, style of dress, sartorial elegance. En español podría ser traducida esta táctica como “Sastrería Diplomática” o “Retórica Visual ”. En resumen, la “Diplomacia Sartorial” de Isabel II sería el acto de usar la moda y su #marcapersonal como un gesto de buena voluntad diplomática, lo cual fue una decisión acertada porque jugó un papel clave que le ayudó a comunicarse de forma cercana con todas las audiencias (públicos), tanto nacionales como internacionales, durante 70 años de gobierno, llegando a picos altísimos de popularidad de 81%.
Algunos ejemplos de la utilidad de la táctica del Sartorial Diplomacy para conectar personas y países se pueden descubrir en los innumerables viajes al extranjero que realizó la reina Isabel II, en los cuales reflejó en su vestuario y accesorios los colores de la bandera del país al que visitaba, como un detalle de apreciación sincera hacia los dirigentes locales, así como su actitud de respeto por la cultura de cada lugar visitado.
El talante (o forma) en que una persona se presenta ante los demás en cualquier circunstancia (pensemos en una cita importante de amor o de trabajo), podría convertirse en una oportunidad para impactar positivamente a quien estará en esa reunión si se utiliza la imagen personal como un gesto de comunicación no verbal para establecer un ambiente de buena voluntad, construir la confianza y avanzar en el logro de las metas preestablecidas sobre la base de actitudes de ganar-ganar. Buscar transmitir una imagen o #marcapersonal confiable, real y verdadera facilita establecer y administrar unas relaciones interpersonales sólidas y duraderas de una manera más eficiente. En la reina Isabel II se puede notar su esfuerzo porque exista coherencia entre la marca personal, profesional y corporativa, de tal manera que se proyectan unidas, dando como resultado la comunicación de la mejor versión de la mujer detrás de ese esfuerzo de unidad.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 30 de marzo de 2025

