De acuerdo con una investigación publicada en la revista de negocios de la Universidad de Harvard y luego integrada en un libro, las tres cosas que los talentos digitales geniales de la “Generación Z” están pidiendo para quedarse a gusto trabajando en las empresas de ahora a los dueños y dirigentes de negocios son:
1. Que puedan conversar y discutir libremente sobre temas de salud mental (90% de los encuestados).
2. Que les cuiden su bienestar (60%).
3. Que puedan tener flexibilidad (97%).
Considerando que esta generación permite una cultura de propósito y crecimiento, así como una atmósfera de inclusión, las organizaciones están buscando nuevas formas de atraerlos y retenerlos, ya que en pocos años la mayoría de la gente tendrá un jefe de esta generación.
Cuando una persona que manda no valora el poder de la empatía y la fuerza de la amabilidad, entonces puede ser percibida y actuar de forma rígida, perdiendo la capacidad de influir efectivamente. La severidad turba y oprime a los demás. Se pueden ver los efectos de una actitud irascible en el tráfico diario con las frecuentes escenas de gritos y exabruptos. Otros ejemplos se pueden observar cuando subimos o bajamos del autobús, del ascensor del edificio de la empresa o de las escaleras eléctricas de los centros comerciales sin ninguna consideración ante la gente mayor, dando mal ejemplo a la niñez. Enojarse es lo opuesto a la empatía y la ternura. Lo correcto, según Tomás de Aquino, es buscar enfadarse con la persona adecuada, en el grado adecuado, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto. Y esto, verdaderamente, ya no resulta tan sencillo. Se necesita tener inteligencia emocional, es decir, empatía y un alto grado de autocontrol (la voluntad educada).
Decía Oscar Wilde que en el arte, como en el amor, es la ternura lo que da la fuerza. Mahatma Gandhi apuntaba en la misma dirección cuando decía que un cobarde es incapaz de mostrar amor. Ciertamente, “si hay algún elemento que da belleza y sentido a la vida, ése es, sin duda, la ternura… Gracias a la ternura, las relaciones afectivas crean las raíces del vínculo, del respeto, de la consideración y del verdadero amor. Sin ternura es difícil que prospere la relación de pareja. Pero, además, es gracias a la ternura que nuestros hijos reciben también un sostén emocional fundamental para su desarrollo como futuras personas”.
No es algo nuevo que en las familias y en toda organización se necesitan líderes empáticos, serenos y flexibles, que hagan sentir a la gente que están siendo cuidados por alguien. Tampoco es una novedad que nadie quiere estar en ambientes tóxicos para la salud mental derivados de tener dirigentes empresariales con una actitud agresiva que derrama ira y dureza por donde va pasando, pues las consecuencias de estas actitudes fácilmente llevan a los jefes a traspasar los límites de lo que es justo y razonable, de lo que es proporcionado a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar. Efectivamente, los porcentajes de la investigación mencionada antes reafirman la realidad de que a nadie le gusta trabajar con un(a) amargado(a).
¿Por qué deberíamos practicar un liderazgo “compasivo y amable” para atraer y retener talento de todas las edades? Pienso que este tipo de líder es percibido como más cercano y positivo porque no va por la vida juzgando a nadie, creando con cada pequeña o gran acción directiva una cultura de pertenencia y compromiso de los colaboradores. Es lo que Jane Fraser, la CEO de Citi, está realizando con la esperanza de robar a los mejores talentos de empresas que están saliendo de JPMorgan por la guerra que su CEO tiene con cientos de sus empleados al derogar los horarios híbridos a pesar de las altas utilidades. La dirigente financiera ha manifestado recientemente en una entrevista que la EMPATÍA no es una “habilidad blanda” sino una “habilidad dura”, ya que, aplicada en el ambiente laboral, permite atraer a los mejores expertos del sector al ir en contra de la tendencia a implantar la impopular política de no usar horarios flexibles en su sector y en muchos otros.
Solamente con empatía en los líderes la empresa se vuelve “ante todo, un asunto humano, no un asunto económico o político. Y es, además, uno de los mejores factores humanizadores de la sociedad, porque esta es muy compleja, y sólo una serie de equipos especializados en esa diversidad de problemas puede dar solución a los mismos”.
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 02 de marzo de 2025

