La gratitud es el inicio del bienestar total

Una vez, un niño fue con su padre a visitar unas grutas maravillosas, y el niño gritó: “¡Qué horrible!” Y el eco repitió: ¡Qué horrible! ¡Qué horrible! ¡Qué horrible! Entonces, el papá gritó: “¡Maravilloso!” Y el eco repitió: ¡Maravilloso! ¡Maravilloso! ¡Maravilloso!
Haciendo una analogía con el fenómeno natural que hace de espejo de la voz que se tiene resonancia en un espacio al gritar, seamos la “buena vibra” que se quiere recibir, como el eco de nuestra voz al gritar en un cañón en las montañas o en una caverna, porque volverá en lo que decimos o hacemos.
Una de las actitudes que mejor preparan para ser felices en la convivencia diaria es el agradecimiento, ya sea en la familia, la empresa, la comunidad y las organizaciones. Así podemos decir que si queremos recibir más amor, agradezcamos el que nos brindan y devolvamos a los demás actos amorosos. Si deseamos felicidad, agradezcamos y demos felicidad. Si pretendemos sonrisas, agradezcamos y sonriamos primero. Si somos buenos, agradecidos y tenemos paz en el corazón, iremos contentos por la vida, diciendo a todos y sin palabras, que reconocemos que vivir es un regalo inmerecido.
El científico Robert Emmons, Ph.D., profesor en la Universidad de California, define la gratitud como el reconocimiento de la bondad en la propia vida. “En la gratitud decimos sí a la vida. (…) La gratitud es el reconocimiento de la fuente de este bien que está al menos en parte fuera de uno mismo (…) Gratitud implica humildad –un reconocimiento de que no podíamos ser quienes somos o estar donde estamos en la vida sin la contribución de otros. (…) [Por otra parte] ser agradecido es un reconocimiento de que hay cosas buenas y agradables en el mundo (…) Al vincular a la gente en las relaciones de reciprocidad, la gratitud es uno de los bloques de construcción de una sociedad civil y humana”.


R. Emmons, quien también es psicoterapeuta en la línea de la psicología positiva, ha escrito en varios libros los resultados de varias investigaciones científicas sobre los beneficios de ser agradecidos, junto con su colega Michael McCullough.


Entre los dos analizaron que la gratitud es buena para el cuerpo, ya que correlacionaron que ser agradecido fortalece el sistema inmunológico. “La gente que se compromete regularmente en el cultivo sistemático de la gratitud experimenta una variedad de beneficios mensurables: psicológicos, físicos e interpersonales…Pedimos que los participantes que reflexionaran, o bien una vez a la semana o una vez un día a lo largo de dos o tres semanas, sobre a qué tenían que estar agradecidos (…) Esperábamos que ésta limitada exigencia tuviese un impacto inmediato en el bienestar. Los resultados que obtuvimos fueron bastante notables…Descubrimos que reduce la presión arterial, los síntomas de las enfermedades, y hace a las personas menos susceptible al dolor y otras molestias…”


Los investigadores sugieren que una de las mejores maneras de cultivar la gratitud es establecer una práctica diaria de escribir notas (guardar un diario de gratitud) en las cuales se recuerde los dones, gracias, beneficios y cosas buenas que se disfrutan.


Ser agradecidos despierta además un sentimiento de admiración, sorpresa y fascinación por los demás y por el universo. Aprender el agradecimiento como estilo de vida lleva a valorar a quien nos ama y a decir: “¡Qué bueno que existes! …” Sentirse en deuda evita que los éxitos nos hagan soberbios o los fracasos nos destrocen. Agradecer ayuda a no tener nada como propio ni a caer en la falsa percepción de que merezco ser el centro de atención. “Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcetines con nuestros pies? (G.K. Chesterton).

Columna de opinión, La Prensa Gráfica, 20 de octubre de 2024

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