El lenguaje no verbal realizada con el sentido de la vista va más allá de la función de ver: se trata de estar conscientes del poder que tiene mirar para descubrir la belleza, bondad y verdad en los demás para conectar de manera cordial. La mirada que se posa sobre una persona desde el primer encuentro es una oportunidad para dejar una huella positiva en su mente y corazón si se sabe aprovechar como puente de comunicación interpersonal.
“Se podría establecer una diferencia entre el ver y el mirar. Ver es simplemente ejercer el acto de la visión; si el órgano está sano y hay un medio físico como la luz, entonces se produce el acto de la visión. El ver supone simplemente una cierta maduración orgánica y especialmente una organización de los diferentes elementos captados visualmente por parte de los sentidos internos. Sin embargo, el mirar es más que el simple ver. Mirar es ver con detenimiento, fijar libremente la vista en aquello que queremos detenernos. Por esto, la mirada humana supone una cierta dirección de la vista por parte del sujeto, lo cual comporta tener en cuenta unos ciertos criterios. Lo que precede indica que el cuidado de los sentidos se corresponde con el saber dirigirlos. No da igual mirar, escuchar, etcétera, cualquier cosa, porque de esas formas vistas, escuchadas, etcétera, se ‘alimenta’ el alma en cuanto que son integradas dentro del ser humano…” [1].
Efectivamente, “la manifestación de la intimidad se realiza a través del cuerpo, del lenguaje, y de la acción. A la manifestación en sociedad de la persona se le llama cultura… El cuerpo es la condición de posibilidad en la manifestación humana. Sobre todo, en el rostro, no solo tiene una cara, sino un rostro que es el espejo del alma. Especialmente la mirada, es tremendamente significativo e importante: cruzar la mirada con alguien es entrar en comunicación con él… Mediante un conjunto de expresiones también se expresa la intimidad, entre ellas el lenguaje de los gestos: expresiones del rostro (desprecio, alegría), de las manos (saludo, amenaza, ternura), etcétera. La persona es un animal que habla, y por lo tanto es un ser social, abierto a los otros”. [2].
Por otro lado, hay que proponernos la meta de la elegancia al elegir lo que llevamos puesto para presentarnos exteriormente ante los demás, para manifestar quiénes somos de forma panorámica, es decir, contando una historia sin palabras a través del lenguaje del vestido, accesorios y colores. A esto se refieren los expertos al aconsejar cuidar la dignidad de los gestos materiales que usemos para presentarnos con decoro y cuidando las formas. “El vestuario lo identifica como persona, reflejando su personalidad en el estilo del vestir. El vestido también sirve para mantener el cuerpo dentro de la intimidad. La variación de la moda y los aspectos del vestido, según las épocas y los pueblos, son variaciones en la intensidad y en la manera en que se vive el sentido del pudor. Esta diferente intensidad tiene que ver con las diferencias de intensidad en la relación entre sexualidad y familia: cuando el ejercicio de la sexualidad queda reservado a la intimidad familiar, entonces es <pudorosa>, no se muestra fácilmente. Cuando el individuo dispone de su propia sexualidad a su arbitrio individual, y llega a considerarla como un intercambio ocasional con la pareja, el pudor pierde importancia y el sexo sale de la intimidad con mayor facilidad. La sexualidad tiene una relación intensa con la intimidad y la vergüenza. La sexualidad permisiva tiene que ver con el debilitamiento de la familia; la pérdida del sentido del pudor corporal, con la aparición del erotismo y la pornografía”. [3].
Se suele decir que los ojos son la ventana del alma. Por lo que cada ser humano tiene la posibilidad de educar su mirada a través de criterios para elegir qué imágenes van a entrar en su interior… Por lo tanto, se pueden lograr mejor las metas personales si se utiliza el lenguaje no verbal para conectar, en especial a través de la mirada ya que este sentido es el que tiene mayor índice o porcentaje de impacto entre los 5 sentidos externos del ser humano. Comprender el poder que tiene la mirada personal para manifestar quiénes somos de forma trasparente y veraz fortalece y construir relaciones de confianza, ya sea de negocios, amistad, noviazgo, matrimonio, familia o en las comunidades y organizaciones así como las relaciones internacionales.
[1] Dra. Genara Castillo, “El talento humano de la sensibilidad humana”, Universidad de Piura.
[2] Yepes Stork, Ricardo: Fundamentos de Antropología. Un ideal de la excelencia humana, Eunsa, Pamplona, 1996, 516 pág.
[3] Yepes Stork, Ricardo: Fundamentos de Antropología. Un ideal de la excelencia humana, Eunsa, Pamplona, 1996, 516 pág.
Columna de opinión, La Prensa Gráfica, 28 de septiembre de 2024

