De acuerdo con el pensador y antropólogo Leonardo Polo, “los mejores convocan a los mejores” [1]. Efectivamente, toda organización humana requiere, para tener éxito, emplazar e integrar equipos efectivos, sean estos grupos de atletas de alto rendimiento que ganen medallas en las olimpiadas y campeonatos de fútbol; o para formar delegaciones que sepan negociar tratados de libre comercio; o para directivos en las empresas que lideren adecuadamente un departamento estratégico; o sencillamente para consolidar unidades de investigación e innovación en la academia.
Quienes están mejor preparados para dirigir a excelentes profesionales han de querer dar ejemplo de ser “buenos jugadores” que compiten en “Fair Play” (con juego limpio y sin miedo), a la par de los mejores en su campo porque no huyen de los grandes retos (según la TEORÍA DEL JUEGO). Una de las primeras condiciones del dirigente entonces es no despreciar a quienes serán sus colaboradores, sino que se sienta cómodo confiando que serán capaces de asumir retos altos ya que sin estos no se vive bien. Quienes lo rodean han de ser tan buenos en su trabajo que en el futuro puedan llegar a ser candidatos a que le sustituyan llegado el momento porque “no jugar a mejorar el ambiente es jugar contra uno mismo” [2].
Cabe preguntarse entonces: ¿Cuáles son las habilidades y competencias de comunicación para el diálogo en el perfil de las mejores personas que convoque el dirigente, que valoren la amistad e igualdad básica para evitar tener egoístas en el equipo? [3] Pienso que se podría resumir el perfil como alguien que ame la verdad (vida honesta), procurando sinceramente no caer en el error ni la mentira en todas sus variedades, a través de once claves:
1. No se duerme en los laureles. Porque piensa que “la siguiente jugada es la mejor ya que todo éxito es prematuro y no es completo así que hay que proveer las consecuencias negativas del éxito”. Hay que tener la sana actitud del teorema de la teoría del juego: “La próxima jugada es la mejor”, tratando de adivinar la siguiente jugada del competidor. Un buen colaborador nunca desprecia al oponente, sino que lo respeta.
2. Cultiva la propia inteligencia en vez de la necedad (tontería). “Quien es inteligente prevé y el no inteligente no se convence si no constata. El inteligente percibe la verdad, aunque no la haya verificado, y el tonto solo la ve en la experiencia inmediata, es decir, cuando se tropieza con la piedra”.
3. Lucha por ser coherente en todos los aspectos y situaciones de la vida. Quiere decir que trata de no mentir, empezando consigo mismo ya que es la peor clase de mentira porque introduce una fisura en la propia unidad porque es ontológicamente malo y, por tanto, inmoral. La libertad se enlaza con la verdad. El que miente se daña, se vuelve mentiroso y apenas discierne lo que es verdadero de lo falso, no sabe tratar con la realidad porque es posible engañar a los demás, pero a la realidad no. Busca la objetividad. Es decir, actuar bien y de acuerdo con la realidad. Se daña la inteligencia al mentir con lo cual se estropean las relaciones con los demás y la capacidad de dirigir.
4. Trata de evitar el error buscando ser objetivo, por eso busca estudiar lo que no sabe y pensar antes de actuar. No hace juicios precipitados o infundados.
5. Le da orgullo rectificar. Reconoce que es de sabios modificar la ruta. Posee mente abierta. Esto le facilita cambiar de opinión cuando aparecen nuevos datos e información que le haga ver un camino mejor para alcanzar las metas, que tiene claras.
6. Cumple la palabra dada porque trata de ser íntegro. La duplicidad no es pensar una cosa y decir otra sino llevar a cabo lo que se anuncia que se realizará. La duplicidad es falta de lealtad, es doblez de vida o simulación. Esta actuación es la que más estropea el cuerpo social de la empresa.
7. Si no conoce sobre algo, tiene la valentía de decir que no sabe (pero que puede aprender o averiguar). Le apasiona aprender y estudiar lo que debería saber y no lo tiene. Se actualiza y profundiza dándole vuelta a las cosas hasta encontrar un enfoque innovador o una solución distinta.
8. No es frívolo en el pensar y actuar. La frivolidad es no tomarse las cosas en serio.
9. Busca tener espacios para el diálogo, ya sea entre pares y con su equipo.
10. Tiene la habilidad de poner por escrito sus ideas. Al escalar consultas, tiene capacidad de síntesis, por eso practica el arte de escribir correos electrónicos en los que plantea las dudas u obstáculos, proponiendo al mismo tiempo las alternativas.
11. Maneja el silencio con sinceridad en orden a comunicarse y dialogar con quien ama, trabaja o tiene amistad, no para mantenerse interesante, enturbiar las relaciones o eludir responsabilidades. El silencio acompañado de la prudencia. Respeta el secreto profesional o de oficio.
[1] Polo, Leonardo. Antropología de la acción directiva, ayudar a crecer. El hombre en la historia. Edición Obras Completas, volumen 18, Eunsa, Pamplona, 2019.
[2] Polo, Leonardo. Antropología de la acción directiva, ayudar a crecer. El hombre en la historia. Edición Obras Completas, volumen 18, Eunsa, Pamplona, 2019.
[3] Polo, Leonardo. Antropología de la acción directiva, ayudar a crecer. El hombre en la historia. Edición Obras Completas, volumen 18, Eunsa, Pamplona, 2019.
Columna de opinión, La Prensa Gráfica, 08 de septiembre de 2024

