Mandar es como usar WAZE: planear y lidiar con el tráfico

La aplicación WAZE me inspiró hace algunos años un artículo de opinión sobre liderazgo comparando esta app con el comportamiento acertado al ejercer el mando sobre otros: ya sean equipos olímpicos (élites deportivas), hogares, grupos de compañeros universitarios y de trabajo en cualquier tipo de organizaciones [i].

Recordemos que el proceso de usar WAZE es para encontrar la mejor ruta que ayude a lidiar con el tráfico para poder planear mejor cómo llegar a la meta final. Teniendo claro a dónde se va se comienza con haber descargado gratis la app en un dispositivo para luego pensar, determinar y reconocer dónde se está parado (ubicación inicial). Después se introducen los datos del lugar al que se quiere llegar (destino final). A continuación, la aplicación WAZE muestra uno o varios caminos para manejar el automóvil (o caminando), que nos llevarán rápido evitando embotellamiento por tráfico (si son horas pico), señalando posibles obstáculos, paradas de policías, choques, etcétera) y dando alternativas de cambio de ruta a medio camino reiniciando la ruta (reset). Al leer en la página web de WAZE sobre su misión, visión y valores aplicados, se puede concluir que quieren ayudar y servir con su app de navegación del tráfico a través de “fomentar una colaboración abierta que facilita que no haya saltos y sobresaltos en la ruta… trabajando en equipo”.

Si aplicamos este proceso a la acción de mandar o dirigir una organización, se puede entonces describir que un líder confiable o sensato es aquel que, después de establecer claramente su meta de llegada (destino a donde quiere llegar), primero analiza la situación real y verdadera en que se encuentra en la actualidad, para luego aceptarla con valentía, con lo que seguidamente podrá establecer los distintos escenarios de ruta y elegir con libertad la mejor alternativa para conseguir exitosamente los objetivos de la empresa y los colaboradores.

Escribí proponiendo adquirir un “Liderazgo WAZE” para desarrollar las habilidades blandas (sociales y de comunicación) que se requieren ahora para dirigir equipos talentosos para navegar mejor los cambios debido ahora a la transformación global acelerada por el uso de la Inteligencia Artificial y la Tecnología. Efectivamente, el liderazgo WAZE en analogía con la app para saber dirigir personas (saber mandar, y por eso, saber obedecer) pone acento en que todo comienza por saber dónde estoy parado, para luego ver de hacer lo que es posible con el equipo. Las decisiones que ha de tomar quien manda (un directivo) “no deben versar sobre lo imposible, pues es más estúpido tomar decisiones acerca de quimeras que aceptar decisiones mediocres. Hay que guardarse de la utopía y huir de discutir por discutir. Lo posible es una especie de marco del hacer. Lo que las condiciones de la situación no permiten realizar no es objeto de consideración práctica. Los clásicos decían que la elección versa sobre los medios y no sobre los fines: proponerse fines supone contar con medios para alcanzarlos. Por tanto, al emprender un proyecto es imprescindible examinar si se cuenta con los medios adecuados para llevarlo adelante” [ii].

Dirigir personas en las empresas es el arte de lo posible, al igual que en la política [iii]. “En este terreno no debemos quedarnos cortos (que es una falta de agudeza) ni pasarnos (pasarse es utópico). …De allí que para el directivo es de capital importancia conocer bien a sus colaboradores; ha de prestar atención a las aptitudes de los distintos sujetos que entran en el juego, a la conjunción de sus capacidades, a la organización de sus interacciones… Por eso el directivo tiene que poseer una fuerte dosis de humanismo; no puede limitarse a ser un técnico (dirigir hombres no es actividad técnica; pero si no se procura la formación de hábitos, cambiar conductas humanas choca con limitaciones de índole reactiva. La capacidad de cambiar depende de la libertad). Hay que tener cuidado porque sin hábitos la gente se acostumbra, se hace rutinaria (la rutina es contraria a la libertad porque es un factor de inflexibilidad) y entonces, si se le pide un cambio, no lo acepta, o lo hace tan a disgusto que le supone estrés, o le lleva a acumular una serie de emociones negativas: rencor, susceptibilidad, resentimiento. Quien se siente ofendido y no lo dice, se inhibe, lo que equivale a una mentira práctica”. [iv].

La comunicación y el trabajo en equipo son necesarios para que los miembros de equipo cambien, acompañados por la mentoría de su líder para que tengan el perfeccionamiento interior necesario. Quien manda no ha de moverse en la utopía (no saber dónde está parado y a dónde va realísticamente). Las investigaciones académicas sostienen como cierto que lo mejor es enemigo de lo bueno, por lo que se ha de huir del atractivo de los óptimos porque lo esencial es el cómo llegar al destino final. Quien manda a su gente tiene el fin primordial de reducir la diferencia entre lo posible realizable y lo óptimo (que no es realizable). Esa diferencia nunca se puede salvar del todo (el óptimo tiene algo de utópico), pero se puede acortar.

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 11 de agosto de 2024

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