Una imagen confiable e inteligente deja huella positiva, parte I

Lo que la gente ve cuando observa nuestra presencia o imagen por vez primera va más allá de la apariencia física. Se trata del poder del lenguaje no verbal que manifiesta un atisbo acerca de lo que somos de verdad. Esta inicial impresión se irá confirmando con el trato y con una amistad frecuente o, contrariamente, se irá convirtiendo en decepción porque la idea del inicio no coincide con lo que esa persona exterioriza al hablar, opinar, al mostrar sus emociones o con su forma de comportarse. Efectivamente, nuestra imagen es mucho más de lo que se ve y es la que perdura generalmente desde ese momento en el imaginario de quien nos conoció.

¿Se puede modificar una primera impresión? Todos sabemos de historias en que fue posible obtener segundas oportunidades que desmienten un desafortunado encuentro entre dos personas (virtual o presencial). Pero no hay que olvidar que la primera opinión es la que permanece como una huella casi inevitable puesto que se aloja en el subconsciente y poco se puede hacer para removerla ya que se necesitan 5 encuentros sucesivos para cambiarla. Por lo tanto, es imprescindible elegir estratégicamente dar el mejor y sincero esfuerzo para aprovechar cada encuentro con otra persona como una oportunidad para comunicar con la apariencia la verdad más completa acerca de nosotros. La manera de lograr impactar positivamente es tratando de ser y actuar transparentes, coherentes en todo momento y circunstancia.

Una actitud poco transparente o falsa tiene diferentes máscaras, justificaciones y ambigüedades. Solamente con una imagen trasparente que proyecte confiabilidad inteligente se puede ser persuasivo e influyente. Todo lo que sea diferente a esto tiene origen de maldad, y conlleva vanidad, orgullo, envidia; irritación; agresividad: flojera y miedo a equivocarse y quedar mal. Las miserias fruto de la opacidad, la mentira y la desconfianza siempre causan dolor y sufrimiento, en especial cuando desemboca en la traición.

En este contexto, se vuelven interesantes los consejos basados en el libro “Confianza Inteligente” (“Smart Trust” en inglés), de Stephen M. R. Covey y Greg Link, usados como herramientas para comprender de qué manera los problemas de confianza afectan cada situación de la vida. De hecho, es más probable que las personas que inspiren confianza sean contratadas o promovidas, obtengan los mejores proyectos y mayores presupuestos, y sean las últimas en ser despedidas.

Los autores apuntan las 5 acciones de confianza inteligente que ayudan a los líderes a disfrutar de mayor prosperidad, energía y alegría, tanto personal como profesionalmente, minimizando los riesgos de ser engañados mientras se maximizan las posibilidades:

“1) Creer en la confianza.

2) Empezar por uno mismo.

3) Declarar nuestra intención, evitando secretismos, pero que no significa que sea malo ser reservado.

4) Hacer lo que decimos que vamos a hacer.

5) Extender la confianza a los demás”.

Más sobre el tema: Franklin Covey «Confianza inteligente»

Así mismo, me han ayudado las ideas del profesor de Antropología Trascendental don Leonardo Polo, para aprender a desarrollar una imagen y actitud de confianza teniendo en cuenta las tres premisas que no se pueden dejar de lado a la hora de dirigir a un equipo de trabajo:

a) Conocer la realidad del individuo humano implica estudiar teoría antropológica, la cual versa sobre la intimidad personal.

b) Conocer al individuo por dentro, que consiste en conocer a cada uno y su modo de ser individual. Quienes forman parte de un equipo u organización pueden ser dirigentes o subordinados; pero, ante todo, son seres humanos. De modo que quien dirige da una orden según su personalidad y quien la obedece la cumple según la suya. Por eso, es importante tomarse el tiempo y dar la importancia que tiene el conocer a cada persona y a su modo de ser especial, con empatía.

c) Mejorar, no estropear. Don Leonardo señaló: “Un dirigente no debe estropear a quien dirige…”. Dicho de otra manera, un verdadero directivo inspira y logra el mejoramiento de su personalidad y de los demás transmitiendo confianza.

Creo que el poder más grande que tiene un líder, ya sea de una organización pequeña, mediana o grande, es el tener una cuidada “reputación” o “buen nombre”, porque al final de cuentas se genera confianza al mostrar consistencia en su actuar. Una imagen de líder transparente no se puede fingir, más bien, se genera por tratar de actuar con decencia en todas las facetas de ser dueño/accionista/alto dirigente.

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 19 de mayo de 2024

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