Propósito de año nuevo: ser más amables

El amor es uno de los puntos principales en el juego de la felicidad humana, por eso me parece un buen ejercicio de fin de año reflexionar sobre el arte de amar con la idea de que no se quede en una definición aparentemente abstracta, ideológica e inútil, sino que podamos mostrarlo en el hogar, en el trabajo y con toda la humanidad. Una investigación que inició hace mucho tiempo la Universidad de Harvard resume que una de las principales claves de la felicidad es amar y ser amado. El estudio inició en 1938 y tenía el objetivo de darle seguimiento a 268 estudiantes de dicha universidad, lo cual cumplieron durante 7 décadas midiendo un conjunto de factores en la vida de los hombres que participaron. Los resultados fueron publicados en un libro que resume en 6 las claves para alcanzar la felicidad; fue escrito por George Vaillant, psiquiatra y profesor de dicha alma mater, quien además fue el encargado de dirigir el estudio parcial entre 1972 y 2004.

Efectivamente, lo que construye relaciones de pareja, familias y comunidades fuertes y sanas son los actos y las palabras amables, llenos de amor que se brindan unas a otras las personas que conviven. No olvidemos que jamás se ha erigido una ciudad sobre la base de actos y palabras crueles. Se me ocurre que proponerse hacer más actos amables coincide con las sugerencias que Pablo de Tarso da a sus amigos de Corinto, una de las ciudades más cosmopolitas y materialistas de la época de los primeros cristianos y que revolucionó al entonces Imperio Romano: «El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1 Co 13,4-7).

«A mi juicio, la amabilidad es una cualidad en la que brillan otras cualidades o rasgos, que casi siempre hay que entrenar, hay un punto de comprensión, de empatía y de rumbo. Podemos definir como amable a aquella persona que tiene una actitud complaciente y afectuosa, de tal forma que es digna de ser querida… También en mercadeo, recientes datos sobre el comportamiento del consumidor indican que el 95 % de sus decisiones son dictadas por el inconsciente, no por razonamientos lógicos y racionales: el condicionamiento que la percepción de amabilidad genera no es, por tanto, mesurable, pero, sin duda, es muy relevante…».

De acuerdo con Lawrence Lovasik, autor del libro «El poder oculto de la amabilidad», una de mis lecturas favoritas, la actitud de una persona que sabe amar se resume en las siguientes ideas:

• La amabilidad no esconde secretos mágicos ni complicados.

• Consiste básicamente en prestar una mayor atención a las cosas que se hacen y a cómo se hacen.

• Requiere la auto fiscalización para detectar los malos hábitos en el trato con los demás.

«Los actos amables son contagiosos, se reproducen, y generan relaciones duraderas, más sinceras y entregadas entre las personas. Ya sea en el trabajo o el hogar, ser amables generará relaciones en las que la persona ‘baja la guardia’, es menos sensible a lo material, más tolerante con los errores y está más orientado al boca a boca positivo, a ser embajador (de su familia y de su organización). La amabilidad eleva a otro nivel: la generosidad versus la avaricia, porque promueve una mejor actitud de servicio a los demás, rebajando la obsesión por el dinero y mejorando la contención de la ira, el juicio negativo, prejuicio o la impaciencia. La amabilidad es el antídoto para erradicar el odio al diferente y la mirada de superioridad, la altanería y el desdén al prójimo, a cualquier prójimo».

«El mundo necesita amabilidad. Siendo amables seremos capaces de convertirlo en un lugar más feliz en el que vivir; o podremos, al menos, aliviar mucha de la infelicidad que existe en él y construir otro universo diferente… la amabilidad, la buena educación, la sonrisa son ingredientes necesarios para una vida llena de felicidad». (Lawrence Lovasik).

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 31 de diciembre de 2023

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