El documental de Beckham recientemente estrenado en Netflix se publicita como una producción que «sigue el meteórico ascenso de David Beckham desde sus humildes orígenes hasta convertirse en estrella del fútbol mundial». En las entrevistas al famoso futbolista y su estilosa esposa y diseñador de modas, Victoria Beckham, se puede entrever la pasión con que vive la exestrella deportiva nacida en Londres hace 48 años.
Me parece que Beckham ama jugar y por eso se podría decir que tiene dos formas de vivir apasionado: Trabaja con Pasión y Lidera «Com – Pasión».
Me parece que Beckham ha tratado de proyectar una auténtica, exitosa y cuidada imagen personal junto a un lenguaje no verbal que «habla» mensajes positivos para transmitir una actitud de líder que cuida a los demás, es decir, que es compasivo, para que la gente se sienta cuidada, importante, incluida, segura, para que se sume a un proyecto más relevante que ellos mismos (motivación trascendente). Es conmovedor cómo Beckham atrajo a Messi y otros jugadores «crack» por no ser rencoroso y más bien por ser alguien que nunca se rinde por tener sus metas junto a sus prioridades de forma clara.
Existe multitud de estudios que corroboran que la compasión aumenta la felicidad, la resiliencia y el altruismo, sea cual sea el tipo de empresa o la cultura de un país. Aunque el cultivo de las «habilidades blandas» como la empatía y la compasión parecen tarea imposible para un dirigente empresarial, lo cierto es que es una tarea «sorprendentemente fácil», al igual que sucede con la práctica del mindfulness o atención plena, que no precisa de mucho tiempo sino de constancia. (Por ejemplo, se puede realizar justo antes de una reunión, mientras esperamos en la recepción).
¿Por qué se debería practicar un Liderazgo «Compasivo»? Pienso que este tipo de líder amable, positivo y que no va por la vida juzgando a nadie puede ayudar a las organizaciones a levantar la moral de los empleados. De hecho, se ha dicho en distintos foros internacionales y desde las mejores escuelas del mundo que las «habilidades blandas» son necesarias para enfrentar mejor la cuarta revolución industrial y transformación digital acelerada, en especial las competencias relacionadas con la comunicación interpersonal.
Ejercer el liderazgo compasivo ofrece muchos beneficios para quien lo practica conscientemente y sobre quienes se ejerce el mando ya que permite mejorar tres dimensiones: La primera implica trabajar capacidad de autocompasión, de ser amables consigo mismos, para luego serlo con los demás. La segunda dimensión se refiere a practicar la atención plena para ser consciente de las necesidades de los demás. Por último, extender este proceso a toda la organización y más allá, promoviendo una cultura llena de misericordia, que reconozca la humanidad compartida.
Considero que la actitud compasiva de un líder empieza por tratarnos como si fuéramos nuestro mejor amigo (amiga), cuidando el propio diálogo interno. Se trata de hablarnos mentalmente con palabras amables, llenas de bondad y comprensión, de la misma forma que se haría al platicar con una persona del círculo íntimo y a quien amamos muchísimo. De acuerdo con el psicólogo Jonathan Passmore, ser compasivo mejora la salud mental, reduce niveles de cortisol, ansiedad y depresión porque faculta gestionar mejor las adversidades del fracaso, la enfermedad o el dolor crónico.
Para lograr impactar y construir una cultura de compasión en los equipos, es aconsejable que los dirigentes busquen convertirse en verdaderos amigos de los integrantes de sus equipos, forjando una relación estrecha con ellos, invirtiendo tiempo de calidad para ser coach y mentor de ellos y ellas.
Cuando un líder se enfoca en lo que sucede a su alrededor de forma consciente puede captar mejor las necesidades de los demás de tal forma que se convierte en el ejemplo de cómo ser empático, la cual es una competencia social que ayuda a ser mejores en la comunicación interpersonal. Por lo tanto, se ha de trabajar por desarrollar la actitud de empatía a través de:
1) Practicando la escucha activa, resistiéndose a la tentación de hablar, dar consejos y plantear soluciones, y tratando de hablar hasta que la otra persona ha terminado.
2) Concentrándose en la historia que le están contando.
3) Ser constante en la práctica de actos de empatía diariamente, hasta convertirlos en un hábito. (Jonathan Passmore es un respetado coach, ranqueado entre los mejores).
Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 22 de octubre de 2023

