El respeto a las mujeres es un asunto serio

En nuestro país se presentan diversas formas de violencia contra la mujer: violación, abuso y acoso sexual, prostitución forzada, trata de personas en la modalidad de servidumbre; secuestro de menores de edad por grupos criminales para tenerlas como esclavas sexuales; incesto e irrespeto a través de publicidad que la coloca como objeto placentero; aborto provocado (por falta de una sana educación sexual y afectividad adecuada, comenzando desde el hogar).

Si las féminas no tienen una vida libre de violencia de cualquier tipo, el fortalecimiento del Estado de derecho y la igualdad de oportunidades de progreso se ven en peligro.

Por otro lado, históricamente, las mujeres han sido y son grandes constructoras de la paz en las diferentes épocas de conflicto, entre y adentro de las naciones, tal como lo recuerda la reciente conmemoración del aniversario de fin de la Primera Guerra Mundial. De hecho, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas afirma que la paz está unida a la igualdad entre hombres y mujeres.

Por eso, creo firmemente que ellas también tienen un papel trascendente en la construcción de la paz aquí en nuestra amada patria: al final del día, serán las mujeres quienes encontrarán nuevos caminos para lograr la inclusión de otras mujeres en los diferentes contextos para generar una igualdad real y efectiva entre ambos géneros en el mundo corporativo, la política, la academia y las empresas tecnológicas.

Esto será muy útil, pues ayudará a que existan en la sociedad menos conflictos y mayor diálogo en las familias y las instituciones que fundamentan las democracias, retos que claman un liderazgo especial con habilidades, actitudes y competencias sociales relacionadas con el estilo femenino de liderar.

Recordemos que los organismos internacionales señalan que ante contextos de inseguridad ciudadana, las mujeres han sabido organizarse para:

a) oponerse a la violencia;

b) acercar, a través de la relación y la búsqueda de puntos comunes, a personas de grupos (o partidos y sectores) enfrentados;

c) buscar soluciones que no polaricen a conflictos estructurales;

d) hacer frente a la necesidad económica, injusticia e impunidad;

e) apoyar a otras mujeres que viven en situación de violencia o necesidad;

f) lograr que el trabajo escondido en el hogar, la escuela y la comunidad cuente en la toma de decisiones.

Cuando las mujeres son parte de la mesa donde se realizan negociaciones que afectan a la familia y la economía se observa que ellas aportan al proceso: tolerancia, compasión, perdón y soluciones prácticas, todas estas actitudes básicas para la gobernabilidad, la reconciliación y la conciliación de puntos comunes.

Es un asunto serio que busquemos una cultura de respeto hacia las mujeres porque la tragedia humana de féminas golpeadas es una que todos queremos que desaparezca.

Ellas nos piden a gritos que las apoyemos denunciando a su agresor o agresora y que las acompañemos con dignidad.

La víctima de cualquier tipo de violencia no necesita que la vuelvan a traicionar envenenándole el corazón. Nosotras las mujeres que hemos tenido el privilegio de contar con todas las oportunidades para progresar en un entorno de respeto, queremos compartir nuestra experiencia y aprender de ellas, generándoles oportunidades de inserción en la vida activa y productiva de El Salvador, sin perder su feminidad.

Queremos contribuir a establecer un nuevo país donde exista para todas las mujeres una sana relación con los varones, para que ambos géneros trabajen y vivan en el hogar, la política, la empresa y la sociedad con sentido de corresponsabilidad, cooperación y complementariedad.

Columna de Opinión, La Prensa Gráfica, 18 de noviembre de 2018

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